9-CAPRICHOS

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Aguas territoriales de las Bahamas, enero del 2049.

 

Si ha habido una nephila que ha sabido ejemplarizar la decadencia de su especie, esa es Danaekaia de Kappa Atrómitos. Una vez temida entre sus congéneres por su inmenso poder y brutalidad en combate, ahora pasa sus días de juerga en su nave: el Jerusalén, un monstruoso ekranoplano —un vehículo similar a un avión, pero diseñado para volar a baja altitud sobre la superficie del mar— de 200 metros de longitud y 70 metros de envergadura y cuya forma recuerda al Monstruo del Mar Caspio, una aeronave similar construida en la Unión Soviética.

Este vehículo atraca periódicamente en los puertos de las Bahamas, país que, tras la independencia de las Islas Caimán en el 2044, la nephila ha ayudado a convertir en el paraíso fiscal más popular del Caribe, donde los poderosos ocultan sus incalculables fortunas, mientras el mundo se sume en el caos.

De hecho, su puerto favorito es la capital bahameña, Nassau, donde se encuentra su casino, el Atlántida, el más grande del Caribe y en el cual se rumora, una vez apostó —y perdió— una cantidad de dinero equivalente al presupuesto anual de un país pequeño y después, fue a una fiesta en una discoteca donde se drogó y tuvo sexo con diez desconocidos —tanto hombres como mujeres— toda la noche. Ella estima que esa fue la fiesta más loca de su vida y su única queja, es el no recordar porqué amaneció desnuda en medio de la playa.

Por si fuera poco, en la corte atlante son famosas las fiestas en el interior de su barco, en donde los presentes —generalmente oligarcas, políticos y famosos de todo el mundo— son deleitados con todas las perversiones y vicios conocidos por el ser humano: alcohol a reventar, drogas alucinógenas de todo tipo, orgías desenfrenadas, sadomasoquismo, entre otros. Además, la anfitriona, preocupada por complacer a su nutrida comitiva, siempre lleva cientos de lilims —principalmente menores de edad— usados como esclavos sexuales, que generalmente son descartados para satisfacer las depravaciones de los invitados:

—¡Aspira! ¡Aspira! ¡Aspira!

Y como no podía ser de otra manera, Danaekaia usualmente pasa a ser el centro de atención de sus propias fiestas. En este caso, los presentes la incitan a que hunda su cabeza en una montaña de polvo, regado en una de las muchas mesas de oro sólido que hay en el salón de eventos de su barco.

La nephila piensa por unos segundos en la utilidad de meter su cabeza en el polvo color violeta y brillante como la escarcha. Pero, ella extiende sus brazos dramáticamente y declara:

—Vox populi, vox Dei![1]

Atendiendo el clamor popular, Danaekaia hunde su cabeza en el polvo, aspirándolo por varios segundos hasta sacar su cabeza totalmente cubierta por el mismo. Sin caer al suelo, ella empieza a sufrir de temblores incontrolables y una espuma morada sale de su boca. Los presentes empiezan a asustarse y se imaginan lo peor…

—Jajaja, ¡¿en serio creyeron que un polvo me mataría?! ¡Yo soy una diosa y si los ráukars no me mataron, nada lo hará!

No obstante, Danaekaia se estabiliza, declara con arrogancia su invencibilidad y todos se fusionan en un mar de vítores hacia ella. El polvo que aspiró es llamado ambrosía, una versión sintética —y cien veces más potente— de la etorfina, un tranquilizante tan fuerte que pararía en seco a un elefante embravecido. La droga es tan fuerte, que uno de los esclavos aspira por error un poco de ésta y se desploma al instante, padeciendo fuertes convulsiones por varios minutos hasta que muere, todo mientras los invitados descargan sonoras carcajadas y hasta insultos contra la desdichada lilim.

A pesar de su largo historial de decadencia, la figura de Danaekaia de Kappa Atrómitos logra conservarse joven y bella, a pesar de tener más de 600 años de edad. De 1,65 metros de altura y piel bronceada por su adicción a los baños de sol, no presenta arruga alguna. Aunque hoy en día, su preferencia por los vestidos blancos y personalidad bonachona reflejan el lado más divertido de su personalidad, sus cabellos blancos como las nubes —que gusta llevar cortos hasta la nuca—, ojos púrpuras de nephila y contextura atlética, recuerdan a propios y extraños, que ella es un ser muy peligroso, una diosa caprichosa, capaz de destruir una ciudad entera y masacrar a miles, por motivos tan insignificantes como una manicura mal hecha.

Ella cuida celosamente una pulsera de oro con una cadena que la conecta con su dedo medio y un ornamento con forma de llave antigua con la cabeza con forma de estrella de 5 puntas. Se dice que este adorno —el cual jamás se quita de su mano derecha— es un poderoso artefacto mágico, pero esto nunca ha sido comprobado.

La fiesta en el Jerusalén se extiende hasta las nueve de la mañana, momento en que todos los asistentes, incluida la nephila, se fueron a dormir. Solo es hasta las seis de la mañana del día siguiente cuando ella se levanta totalmente desnuda. Ella observa el reloj de su cuarto y la hora le frustra un poco, ya que sus invitados debieron irse y no pudo despedirlos.

Danaekaia quería quedarse acostada y disfrutar de la comodidad de su cama —con capacidad para tres personas—, pero el hambre la obliga a levantarse. Toma una bata para cubrirse y antes de irse a comer, su celular se enciende. Normalmente, habría dejado que sonara hasta reventar, pero tiene una corazonada de que se trata de una llamada importante, así que llega hasta su mesita de noche y contesta:

—¡Hermana! ¡¿Acaso eres imbécil?! Mientras tus dominios se desmoronan, tú andas de fiesta. ¡¿Sabes lo que pasará si el Emperador se entera de lo que has estado haciendo?!

Aunque ella físicamente se siente bien, gracias a su fisionomía sobrehumana de nephila y haber dormido muy bien, la cabeza aun le da vueltas. Además, está disgustada por el tono enfadado de la persona al otro lado de la línea. No obstante, al reconocer su voz, se relaja y tratando de calmarlo, responde:

—¿Harkotian? ¡¿Qué más, bro?! ¿Cómo están tus heridas? ¿y como está Taylor?

La estrategia surte efecto y su encolerizado hermano se calma y, con un tono de pesar y frustración, responde:

—He estado mejor, hermana. Las heridas todavía duelen y si uso magia, mi cuerpo se quema, pero sigo vivo. Taylor quedó muy debilitada y su conexión prácticamente fue destruida, así que la puse en una cámara de estasis para ponerla como nueva. Si esa vampiresa no hubiese entrelazado su alma con Protogion, ¡la habría aplastado igual que un maldito gusano!

Tras su batalla contra Yehua en Ciudad de México, Harkotian de Pi Idiofiyía quedó con serias secuelas que han puesto en peligro su vida: aunque por fuera parezca sano, su conexión con La Fuente ha quedado seriamente atrofiada y cada vez que intenta usar mitegia, quemaduras de tercer grado empiezan a surgir de su cuerpo.

—Mierda, y yo que quería invitarte a mi nave… ¿Cuánto tiempo debes permanecer en recuperación? —pregunta Danaekaia con preocupación, mientras llama a varias esclavas para que le hagan una manicura.

—El hechizo de Yehua puso una maldición sobre mí que me impide usar magia. Solo puedo removerla si pongo mi cuerpo en una cámara de estasis y para responder tu pregunta, podría levantarme mañana o dentro de un siglo. No hay forma de saberlo.

La maldición que padece Harkotian es un efecto secundario del Shénlì hōngzhà: Shén[2], el hechizo final de la vampiresa, diseñado para matar nephilim, impidiendo que puedan usar sus enormes poderes mágicos y del cual, logró escapar a pocos segundos de ser consumido por él. Ya que era incapaz de usar magia, se vio obligado a llamar a sus hombres, para que lo llevaran secretamente hasta Guatemala y desde ahí, hasta su base secreta en Estados Unidos.

—Terrible —expresa Danaekaia consternada, mientras se sienta en un gran sofá y sus esclavas arreglan sus uñas— Eso significa que podrías pasar una cuarentena, así o peor que la del 2020.

Harkotian suelta una carcajada siniestra.

—¿Te refieres a la epidemia del COVID-19? Por favor, el mal chiste de Katariel no se compara con esta tortura.

Confirmando que su hermano está bien, Danaekaia insiste en ese tema:

—Ya que lo mencionas ¿por qué liberó ese virus antes de tiempo? Digo, si hubiera tenido éxito, habríamos podido poner en marcha la Operación Nuevo Mundo esa misma década.

—Es cierto, Danaekaia, pero sabes que nuestro hermano es muy impaciente. Yo le advertí que tenía que desarrollar más ese virus para que su impacto fuese más efectivo. Pero, como sabes, no me escuchó. Por eso, alguien desarrolló una vacuna sin nuestra autorización y el plan se vino a pique en menos de un año. Toda una oportunidad perdida.

Los nephilim se refieren a una epidemia ocurrida en el año 2020, provocada por un virus altamente contagioso que se manifestaba de forma similar a una neumonía, pero mucho más mortal. Dicho virus fue fabricado en un laboratorio de Corea del Norte bajo órdenes de Katáriel de Psi Lágnos[3], pero este fue esparcido en China para despistar a la opinión pública sobre su origen real. Katáriel pronosticó que el COVID-19 mataría alrededor de tres mil millones de personas y pondría a la humanidad de rodillas, pero, contra todo pronóstico, se encontró una vacuna y el plan atlante fue frustrado de forma espectacular, dejando apenas quinientos millones de muertos. La plaga apocalíptica fue neutralizada y con ella, los planes atlantes de poner a la humanidad de rodillas.

—Harkotian, ¿quién crees que haya encontrado la vacuna? —la nephila insinúa una acción maliciosa de parte de su hermano— No es el área de estudio de Protogion y tú no tenías interés en acabar con el plan de Katáriel, ¿o sí?

—Ja, para nada —Harkotian rechaza de plano las insinuaciones de sabotaje de su hermano—. Es de eso lo que quería hablarte. Tal vez ustedes no tengan idea, pero estoy convencido de que la Orden del Libro Verdadero ha regresado.

La sola mención de esa organización hace que Danaekaia suelte una risotada de incredulidad tan fuerte, que empieza a zapatear y de tanto moverse, hizo que una de sus esclavas accidentalmente la lastimara, acción que la hizo enojar de tal manera que le dio un puño de martillo que hundió su cabeza en su caja torácica. Tras calmarse un poco, otra de sus esclavas arregla el «desastre» de su uña y la nephila, con un tono de ironía, expresa:

—Vamos bro, ¡¿por qué no me das de tu polvo?! Tú mismo participaste en su destrucción en 1918, al igual que todos los demás. Incluso estuviste presente cuando Yahirel mató a Baal y Ereshkigal, sus principales líderes y, lo declararon héroe del imperio. Graba mis palabras, Harkotian: la Orden del Libro Verdadero está muerta.

Pocas organizaciones han tenido el poder suficiente como para retar frontalmente al Imperio de la Atlántida, y la Orden del Libro Verdadero fue una de ellas. Esta organización tomó el control de Persia en 1747, convirtiendo a un país pobre, atrasado y al borde de su disolución, en toda una potencia mundial, capaz de plantar cara a los imperios coloniales de Europa, en una época en que estos eran más fuertes que nunca.

—Hermana, estos tipos no son unos aficionados. Ellos nos obligaron a usar todos nuestros recursos para matarlos. —dice Harkotian, dando signos de fastidio.

Danekaia se da cuenta y, creyendo que sus preocupaciones son infundadas, busca colmar su paciencia:

—Vamos bro, no seas un pesado. Tienes miedo de un fantasma. La Orden del Libro Verdadero fue grande en una época, pero ahora es como la Unión Soviética: un recuerdo y nada más.

El poder de la orden fue tan grande, que controló desde las sombras a los poderosos imperios de Alemania y Austria, extendió sus tentáculos por el Norte de África y buena parte de Asia, y reunió a docenas de inmortales bajo su alero, sobrevivientes de las cruzadas paganas durante la consolidación del amenismo por el planeta. La Primera Guerra Mundial fue la primera vez en más de doce mil años, en la que la familia imperial atlante se movilizó en su totalidad para luchar contra un enemigo común.

—Si —recalca Harkotian—, pero ni siquiera la Unión Soviética nos obligó a trabajar tan duro para destruirlos. La Orden del Libro Verdadero es un oponente de cuidado y si nos descuidamos, nos destruirá.

—¿Te estás escuchando, bro? Es como si tuvieras miedo de El Coco o La Llorona. —expresa Danaekaia entre risas.

Más de 30 millones de muertos, fue el precio que pagó la Atlántida para erradicar a la Orden del Libro Verdadero en 1918. El momento cumbre fue cuando Yahirel de Fi Ágios, presentó ante el Emperador las cabezas de Baal y Ereshkigal, dos de los máximos líderes de la orden. Un acto que lo ensalzó como el principal héroe atlante en esa guerra y simbolizó la destrucción de uno de los enemigos más peligrosos de la historia imperial…o eso creían.

Harkotian, exasperado por la falta de seriedad de Danaekaia, expresa:

—¡TÓMATE ESTO EN SERIO, HERMANA! ¿En serio crees que Protogion es el único detrás de todas estas rebeliones en nuestra contra? Puede que sea muy inteligente, pero él es un científico, no un estadista. Alguien lo está apoyando, y apuesto mi vida a que la Orden del Libro Verdadero está detrás de todo.

Danaekaia se toma unos segundos para procesar la idea de su hermano, y cae en cuenta que su hipótesis puede que no sea tan descabellada:

—Ahora que lo pienso, nuestro hermano ha peleado contra nosotros demasiado bien. El maldito sabía que no íbamos a atacarlo con todo, porque creíamos que no era una amenaza. Primero, planeó el golpe de estado en el Brasil, convirtiendo a ese pozo séptico de corrupción en una potencia mundial. Después, aparece toda esta peste revolucionaria por América Latina. Es igual como cuando la Orden del Libro Verdadero tomó el control de Persia.

—¿Ya te disté cuenta, hermana? —Harkotian se siente satisfecho porque ha logrado romper el escepticismo de Danaekaia. Ahora debe convencerla de tomar acción.

—Si, bro. Reconozco que la situación es más grave de lo que esperaba. Algo debemos hacer, pero ¿qué?

—Lo primero que deberías hacer, es tomar cartas en el asunto y evitar que la orden tome el control de Trinidad y Tobago…

Danaekaia interrumpe a Harkotian y hace una contra pregunta:

—¿Y qué harás tú?

—Yo no puedo actuar por mi cuenta, pero, para eso pedí al Emperador que me autorizara crear a la Federación Amazónica. Es un enclave muy útil a nuestros intereses y que nos ayudará a ralentizar lo que sea que Protogion y la orden estén planeando.

—¿Y cómo harán eso? Tengo entendido que ese país está en medio de una guerra civil. —expresa Danaekaia con cierta incredulidad.

—Conflicto armado, hermana —corrige Harkotian, molesto—. Es cierto que el surgimiento de las milicias de la orden y la muerte de varios agentes atlantes en Sudamérica han ralentizado la expansión de la federación, pero no conseguirán pararla. Y claro, si lo necesitas, puedo ordenar que envíen tropas a Trinidad y Tobago como fuerza de apoyo.

Mientras contempla dichosa sus uñas arregladas, Danaekaia analiza el plan de su hermano y, sin pensarlo demasiado, responde:

—¿Sabes qué? ¡Me apunto! Iré yo misma a arreglar este asunto. Y manda a tus tropas a Trinidad y Tobago de inmediato.

La efusividad de su hermana hace que Harkotian se preocupe:

—¡Espera! Tengo que llamar a la presidenta de la federación y coordinar…

Pero para este punto, las ganas de entrar en acción ciegan el raciocinio de Danaekaia. Ha mandado al Diablo los planes y desea dar rienda suelta a su lado más caprichoso:

¡NO! ¡TENGO GANAS DE MATAR NEGROS! ¡ME VOY YA! ¡CAMBIO Y FUERA!

Pese a las súplicas de Harkotian, su hermana corta la comunicación, llega hasta el puente del Jerusalén y ordena a sus esclavos que partan de inmediato hasta Puerto España, pero su orden es rebatida por el capitán del barco:

—Ama, no es prudente viajar allí. Ahora mismo, la armada venezolana ha invadido las aguas de Trinidad y Tobago, y han bloqueado el acceso por mar. Si llegamos allá, seremos hundidos.

—¡¿Y eso por qué?! —la nephila se queja haciendo muecas y pataleando cual niña mimada en exceso.

—Ese país está plagado de rebeldes —expresa el capitán, bastante preocupado por hacer enojar a su diosa—. Ellos han iniciado una ofensiva hacia Puerto España y todo el país es una zona de guerra. Venezuela está invadiendo el país bajo órdenes de Brasilia, que desea poner a los trinitenses bajo su esfera de influencia. ¡Ir hasta allá sería un sui…

—No me importa. Quiero ir.

—Pero ama…

Hastiada de las negativas de su capitán, Danaekaia aprieta la cabeza del capitán con tanta fuerza, que desparrama toda su materia gris por el puente del ekranoplano. Una de sus esclavas le da un pañuelo para que se limpie la mano, mientras otro quita el cuerpo del capitán y uno más limpia el sillón de mando, indicando a la nephila que puede sentarse allí. Hecho esto, ordena:

—¡Muy bien malditos esclavos! Hagan volar esta cosa y partamos a Puerto España, ¡de inmediato!

Los esclavos acatan el capricho de su diosa sin dudar. El Jerusalén enciende motores y se dirige a toda velocidad hacia la capital trinitense. A pesar de su gran tamaño, este ekranoplano es sorprendentemente veloz, siendo capaz de alcanzar velocidades de 1296 nudos —o 700 kilómetros por hora—, muy superiores a las de cualquier buque de guerra. Una ventaja que usará Danaekaia para romper el cerco naval sobre Trinidad y Tobago.

_______________________________________________

Puerto España, 11 de la mañana.

Aunque no es la ciudad más grande del país, Puerto España es la capital de Trinidad y Tobago. En su época dorada, la ciudad también fue uno de los centros financieros más importantes del Caribe y, las grandes reservas de petróleo trinitenses convirtieron a la ciudad en una de las más lujosas de la región.

Todo esto cambió con el ascenso del Brasil al sitial de las potencias mundiales. El gobierno trinitense, leal a la Atlántida, quedó cada vez más aislado en un continente cada vez más comprometido con la causa de sus enemigos. Estos nuevos gobiernos, siguiendo las directrices de la Orden del Libro Verdadero y la Casa Heigui, retiraron sus inversiones de Trinidad y Tobago y cerraron al país el acceso a los mercados del bloque pro-brasileño.

El bloqueo económico y político a la nación caribeña lo dañó de forma tan severa, que para el 2040, año en el que una junta militar tomó el control del país, la pobreza y la delincuencia habían alcanzado niveles estratosféricos, convirtiéndose en el tercer país más violento del mundo.

Para colmo, en 2047, grupos rebeldes entrenados por El Barón, declararon la guerra a la junta militar, sumiendo al país en una guerra civil que ha dejado la infraestructura trinitense en la ruina y en la que actualmente, el gobierno solo controla el 40% del país y solo ha logrado mantenerse a flote gracias a la Federación Amazónica y el apoyo de Estados Unidos.

Bajo este contexto caótico, el Jerusalén, gracias a su gran velocidad, ha irrumpido en aguas territoriales trinitenses. No más la armada venezolana detectó al gran ekranoplano —y a sabiendas de que se trata de la nave de Danaekaia—, lo atacan con potentes ráfagas de misiles detectores de calor.

El puente del Jerusalén detecta más de 100 misiles dirigiéndose hacia ellos en todas direcciones. Incluso con su gran velocidad, no será capaz de esquivarlos todos. ¿Cómo logrará salvarse de ésta?

Danaekaia, quien se deleita con unas arepas de desayuno, mientras una esclava la está peinando, ordena con inusitada calma:

—Activen los señuelos.

Docenas de escotillas se abren por la superficie del ekranoplano, expulsando pequeños drones que se alejan volando en todas direcciones, emitiendo una señal que atrae a los misiles hacia ellos.

La armada venezolana no se rinde y los buques más cercanos despliegan cañones de plasma contra la nave atlante, cada uno lo bastante poderoso como para destruir un destructor de un solo disparo.

Desde el puente, las alarmas suenan afanosamente, y Danaekaia ordena acelerar a fondo. La gran velocidad del ekranoplano, le permite sortear con relativa facilidad las armas de la armada venezolana, diseñadas para destruir otros barcos en movimiento, máquinas con una velocidad muy inferior a la del Jerusalén, que logra penetrar el bloqueo naval sin daños significativos, salvo por un par de disparos que rozaron su casco.

Cuando Danaekaia y su tripulación pueden ver la capital trinitense, grandes columnas de humo se elevan hacia el cielo y algunas explosiones pueden escucharse a la distancia. El ataque rebelde ha empezado.

—¿Cuantas unidades tenemos disponibles para el ataque? —pregunta Danaekaia a su primer oficial después de desayunar.

—Tenemos alrededor de mil lilims listos para seguir sus órdenes.

La nephila sonríe perversamente, se frota las manos y expresa:

—¡Excelente! Active a todas las unidades y programe la orden que ataquen a discreción. Llame a la junta militar trinitense y dígales que la ayuda viene en camino. Todo aquel que se interponga en nuestro camino es un enemigo.

—Si ama.

Mientras Danaekaia deja a su primer oficial a cargo del Jerusalén, este da la señal para que los lilims, inactivos en cámaras de estasis en los niveles inferiores de la nave, se despierten.

Contrario a los lilims que componen la tripulación del ekranoplano, las tropas de choque de la Señora del Caribe han sido condicionadas mentalmente para una sola función: matar. Dentro de las cámaras de estasis, sus mentes son constantemente bombardeadas con información tendiente a arrebatarles todo pensamiento humano, y convertirlos en meras bestias salvajes. No obstante, al ser lilims, su mente está condicionada por el parásito ardat lili para obedecer a Danaekaia, incluso a costa de su propia autopreservación, siendo esto lo único que evita que desaten su poder mágico sin control.

Estando fuera del Jerusalén, la nephila observa su batallón de lilims abalanzarse sobre Puerto España desde el aire, y usando sus respectivas Metamorfosis Alfa. Si va hasta la batalla, debe vestirse para matar:

—Xandria: Synolikí thorákisi[4].

Danaekaia hace desaparecer su bata y cubre su cuerpo desnudo con una armadura futurista de color violeta con toques plateados, ajustada a su figura y que cubre todo su cuerpo, excepto su cabeza.

Sin más rodeos, se impulsa hasta llegar al centro de la ciudad, donde encuentra a unidades rebeldes mezcladas con soldados del ejército venezolano. No se le hace raro que esto últimos posean armamento muy avanzado, desde rifles automáticos láser con rango de más de 800 kilómetros, tanques con cañones de plasma capaces de destruir paredes de 5 metros de espesor y hasta blindados bípedos —llamados mekas— de 3 metros de alto y con suficiente armamento como para destruir una manzana. Definitivamente, esto es obra de Protogion y sus aliados.

Uno de estos mekas encara a Danaekaia, logrando sorprenderla con su gran velocidad y propinándole un puñetazo tan fuerte que la hace volar más de quince metros hasta estrellarse en un edificio de seis pisos que cae encima de ella. Por si acaso, el piloto lanza una ráfaga de misiles que convierte en polvo los escombros del edificio.

Para su sorpresa, una gran explosión revela que la nephila ha quedado solo con heridas leves. El piloto no se deja intimidar y dispara un potente rayo de plasma hacia ella, pero logra esquivarlo por muy poco al saltar a su derecha, rueda en el suelo y tras crear varias estacas de cristal bajo los pies del meka que atraviesan el cuerpo del piloto, neutraliza a su enemigo.

La nephila escucha a la distancia los gritos despavoridos de cientos de civiles tratando de huir de la devastación. Ella usa un rastreador incorporado a la armadura y localiza el tumulto a tres cuadras al norte. 

Eso es música para sus oídos.

Una vez allí, ve que dos lilims —transformados en hombres caimán de cuatro metros de alto— se han ensañado en matar a docenas de civiles que no encontraron refugio en medio del fuego cruzado.

Rodeados de edificios, la turba se dirige hacia Danaekaia, quien está al final de la única salida de la calle, creyendo que esa mujer en armadura de combate se trata de su salvadora, aquella que los rescataría de los monstruos y les permitiría vivir para ver otro día más...

—Hora de la diversión.

Las palabras que salen de la boca sonriente de la nephila son el preludio de lo que se avecina: ella crea varias bolas de fuego en sus dedos y las lanza indiscriminadamente contra los civiles, cuyos cuerpos son calcinados por las llamas, mientras que los lilims se comen a aquellos que huyen de Danaekaia, quien se rinde al éxtasis de la matanza de civiles indefensos, que creyeron encontrar a su heroína, pero corrieron, sin saberlo, hacia su propia aniquilación.

_______________________________________________

Brasilia, misma hora.

Dentro de las oficinas del gobierno brasileño, Protogion de Eta Efevretis, como presidente del país, observa pasmado los eventos que suceden en Trinidad y Tobago en varias pantallas virtuales, que muestran a los rebeldes trinitenses y sus aliados venezolanos en problemas para enfrentar a Danaekaia y su batallón de lilims. Él se lleva las manos sobre la cabeza y expresa:

—¡Maldición! Esto no debió haber pasado. Se suponía que ella se quedaría en las Bahamas emborrachándose. ¡Por el Cuarteto! ¡Juro que aquí hay gato encerrado!

Pero no está solo. Aparte de Heigui Yehua —la primera dama, quien intenta consolarlo frotando su espalda—, se encuentran el Zar Carmesí, el Barón y la Princesa, los máximos jerarcas de la Orden del Libro Verdadero, quienes hacen caras de pocos amigos y se ensañan contra su aliado y sus «suposiciones»:

—Diseñamos nuestros planes en esta región en base a tus predicciones. Sabes que no tenemos los recursos para pelear frontalmente contra la Atlántida. —expresa con rabia el Barón.

—Así es. El hecho que esta nephila se haya mostrado, es señal inequívoca de que el Emperador conoce de nuestros planes. Confiamos en ti, Protogion, ¡y nos terminaste condenando! ¡Maldita escoria! —el Zar Carmesí deja escapar la profunda desconfianza que tiene hacia los Heigui.

Su ataque verbal termina por hacer enfadar a la Princesa, quien le lanza una cachetada, tan fuerte que voltea su rostro y a su vez, descarga un ataque certero contra él:

—¡No seas idiota! ¡Si tienes evidencia de que él nos traiciona, escúpela ahora mismo!

El Zar Carmesí comprende que se extralimitó en sus palabras y de inmediato se sienta cabizbajo en un rincón, profundamente apenado. El Barón intenta llegar hasta él, pero la Princesa lo detiene y con frialdad, dice:

—Déjalo. Tiene que hacerse responsable por sus errores. Además, tenemos un asunto que atender.

—En efecto —declama el Barón—. Lo primordial es eliminar a Danaekaia antes de que sus acciones atraigan al resto de la familia imperial.

—Eso me recuerda una cosa —pregunta Yehua— ¿es posible acelerar el ritual?

—Eso es imposible —responde tajantemente la Princesa—. El grimorio de Lemuria es muy claro: el ritual solo puede realizarse el primer día de cada mitad de siglo. Si activamos los protocolos del ritual antes de tiempo, no pasará nada.

—Además, aun tenemos que tomar el control de Cartagena. —recalca el Barón, mientras enciende un puro.

La preocupación en el despacho presidencial es tan palpable, que puede sentirse en el aire. Los jerarcas de la orden y de la casa Heigui sienten como la Atlántida empieza a arrinconarlos, y solo la voz del Zar Carmesí se atreve a tomar la palabra:

—Si nadie va a hacerlo, yo iré a Puerto España a encargarme de esa nephila.

Pero la Princesa se opone de plano, exclamando el nombre de su colega:

—¡NO, MARTÍN! ¡No cometas esa imprudencia!

—¿Y qué quieres que haga? Alguien tiene que parar a Danaekaia, antes de que arruine nuestros planes.

—En ese caso, dejen que Yehua y yo nos encarguemos del problema. —expresa Protogion, mientras toca el hombro del Zar Carmesí.

—No —insiste el Zar Carmesí—, quiero ser yo. Fui demasiado duro contigo. Quiero enmendar mi error.

—Tus intenciones son loables, pero tú solo no serás capaz de vencer a Danaekaia. Además, si el imperio sabe que los líderes de la Orden del Libro Verdadero siguen vivos, será solo cuestión de tiempo para que el Emperador en persona venga hasta acá y nos mate a todos. —declara la Princesa, en un tono conciliador.

—Por eso, debemos ir nosotros —recalca Yehua—. Esta movida tiene el sello de Harkotian. Él mismo no puede actuar, así que ha ordenado a su hermana a que haga el trabajo sucio por él.

Los líderes de la orden reflexionan sobre las palabras de la vampiresa y, caen en cuenta de que el único nephila que realmente se ha opuesto directamente a ellos es Harkotian de Pi Idiofiyía.

—En ese caso, tengan mucho cuidado —expresa la Princesa—. Si necesitan ayuda…

—Les llamaremos —Protogion completa la frase.


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Emblema personal de Danaekaia de Kappa Atrómitos


[1] En latín «La voz del pueblo, es la voz de Dios». La frase viene a significar que la voluntad popular revela la voluntad divina y, por lo tanto, la primera es sagrada. En el caso de Danaekaia, al ser nephila, ella se cree una diosa y la frase indica que la voluntad de sus invitados es ahora su voluntad.

[2] En chino (神力轰炸:神) «Bombardeo Divino: Dios».

[3] Esta nephila tiene control sobre buena parte de los países de la región Asia-Pacífico, con su poder centralizado en China.

[4] En griego (Ξανδρια: Συνολική θωράκιση) «Xandria: Armadura total».


3 comentarios:

  1. Con tanta plata hasta yo tendría ese estilo de vida XD

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    1. Y todos los miembros del clan de la Atlántida están forrados en billetes. La mayoría vive así, pero otros se moderan.

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  2. excelente relato, nunca descarto que el futuro pueda ser así, en una constante guerra donde las potencias estén dominadas por unos cuantos clanes

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21-DIOSES Y MONSTRUOS

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