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Mayo
del año 2049.
En
vista de las constantes dificultades que había estado teniendo Xitlali J-30
para avanzar a Cartagena, el Barón había ordenado a uno de sus oficiales, el mariscal
de la orden y coronel del ejército colombiano —pero nacido en Georgia, país
del Cáucaso—, Ioane Metreveli, a que le echara una mano y agilizara su
invasión.
No
obstante, el coronel Metreveli se ha encontrado inesperadamente, en una sabana a las afueras de San Juan Nepomuceno, con el nephila Axtreion de Iota Polemistís
quien, frustrado por el fracaso de varios de sus subordinados, ha decidido
tomar cartas en el asunto, personalmente:
—¿Qué
pasa? ¿Acaso tienes miedo?
Su
desafío ha llenado de pánico al coronel, pero, sabiendo que no tiene opción,
ordena el ataque:
—¡DISPAREN
TODO!
Todos
y cada uno de los soldados de Ioane disparan al unísono contra Axtreion. Los
hechiceros lanzan sus hechizos, desde ataques elementales, hasta rayos de
mitegia en su estado más puro; mientras que los pilotos de los mekas disparan
su arsenal de misiles y rayos láser.
»Khandzari:
Ganadgureba![1]
El
propio Ioane se une a sus hombres y lanza una espectacular llamarada azul desde
sus manos, que cubre un área de más de quince metros de ancho. Su magia de
fuego tiene ese color, ya que, por medio del mitegia, convierte parte del
oxígeno a su alrededor en gas metano, que al interactuar con el oxígeno
restante, crea un fenómeno conocido como «combustión completa», en el que el
fuego consume toda molécula a su alrededor, sin dejar ningún desecho como en el
fuego normal de color naranja. De hecho, sus llamas alcanzan una temperatura de
más de dos mil grados centígrados.
Tras
unos minutos, el humo provocado por el descomunal poder de fuego desplegado por
el regimiento se disipa por completo; desde el pasto hasta la tierra misma, ha
quedado totalmente ennegrecido por las enormes temperaturas a las que ha sido
expuesto. No obstante, lo que ven más allá, los deja pálidos del espanto.
—Ja,
¿eso es lo mejor que tienen? ¡Decepcionante!
Resulta
que Axtreion usó una gruesa barrera de mitegia, la cual bloqueó todos los
ataques enemigos, dejándolo totalmente ileso. Los esfuerzos de sus enemigos
fueron inútiles.
»Mi
turno. Theïkí Parousía![2].
El
nephila extiende sus brazos, deshace su barrera, y crea una explosión tan
violenta que todo, en un rango de un kilómetro, es borrado de la faz de la
Tierra. Solo algunos cientos de soldados, incluido el coronel Metreveli y los
pilotos de los mekas, sobreviven gracias a sus barreras de mitegia, aunque
muchos de ellos han quedado debilitados, debido a la enorme fuerza del hechizo
enemigo.
Pero
Axtreion no tiene intención de darles respiro.
Antes
de que se reincorporen, él invoca una guadaña de guerra de un metro veinte de
largo, con hojas de setenta centímetros de largo en cada extremo. Con dicha
arma, desaparece de la vista y reaparece detrás de un meka, al cual corta
verticalmente.
Otros
hechiceros lo atacan, pero él se cubre con un escudo de mitegia, haciendo que
sus hechizos reboten hacia su origen, matando a sus atacantes.
Más
soldados y pilotos de mekas lo atacan, esta vez con ataques cuerpo a cuerpo,
pero Axtreion los mantiene a todos a raya con sendos movimientos de su arma,
que realiza finos y mortales cortes a todo lo que se acerque a él.
Cuando
un meka le lanza un puñetazo cargado de electricidad, Axtreion es lanzado
varios metros a sus espaldas, pero manteniéndose de pie, justo a espaldas de
otro meka que le lanza un pisotón, pero del cual el nephila se da cuenta y usa
su guadaña para atravesarla.
Otros
mekas le lanzan misiles, pero él levanta una barrera para protegerse.
Axtreion
disipa el humo con un movimiento de su arma, pero lo deja vulnerable a un rayo
de fuego azul de Ioane.
—Khandzari:
Aghsruleba![3]
Ya
que el ataque es demasiado rápido para crear una barrera, Axtreion se ve
obligado a arquear su cuerpo hacia su espalda, quedando con sus pies pegados al
piso y su tronco en posición horizontal, mofándose de la gravedad. Aunque él
puede ver como el rayo de fuego hace estallar una colina cercana.
Si
lo hubiera alcanzado ese ataque, ahora estaría muerto.
Antes
de que vuelva a quedar erguido, el nephila se ve obligado a saltar
horizontalmente a su derecha, ya que uno de los mekas, armado con una espada de
tres metros de largo, quiso cortarlo por la mitad.
Luego
de girar horizontalmente por varios metros, Axtreion queda una vez más de pie,
para ser recibido por docenas de hechiceros que lo rodean y apuntan con sus rifles
de asalto. Pero antes de que disparen, él usa su guadaña para cortar sus
cabezas.
El
meka se lanza hacia él, pero Axtreion crea una onda mágica con la que corta a
la máquina y su piloto verticalmente en dos.
El
nephila percibe un poder mágico sobre su cabeza, por lo que alza la mirada al
cielo y lo que ve, lo deja perplejo:
—¿En
serio?
—Khandzari:
K’amaris Suli![4]
Es
el coronel Metreveli junto a varios de sus hombres. Él ha lanzado una enorme
espada de fuego azul de diez metros de largo. Axtreion percibe que, incluso con
su resistencia legendaria de nephila, si se deja tocar por ese hechizo, será
chamuscado.
Para
evitar ser destruido, Axtreion cubre de mitegia blanco su guadaña y, de un solo
movimiento, disipa el poderoso ataque del hechicero georgiano quien, molesto
por lo que ha presenciado, ordena que sus hombres se retiren; él solo peleará
contra el nephila, así tenga que morir en el intento.
Al
ver a los remanentes del regimiento del ejército colombiano retirarse, Axtreion
se sintió tentado a atacarles, pero pensó que no tenía caso. Logró evitar que
los refuerzos llegaran a su descendiente traidora, previniendo una victoria relativamente
fácil de ella contra las tropas de Xiomara Cardozo. Uno de sus objetivos, había
sido alcanzado.
Por
ello, se dirige al coronel Metreveli, buscando mermar su espíritu de lucha:
—¿En
serio piensas matarme? ¡Soy un Dios y soy invencible!
Lejos
de sentir una puñalada en su espíritu de lucha, Ioane se mantiene firme y, con
su resolución más firme que nunca, replica:
—¡No
me importa si muero hoy! ¡Tu derrota es inevitable, falso dios! Khandzari:
K’vesk’neli![5]
Ioane
se cubre de un aura de fuego negro, cien veces más caliente que sus llamas
azules. Sabe que luchar contra un nephila en combate individual, es el mayor
desafío que ha enfrentado en su vida. Pero si algo caracteriza a este militar
georgiano, es su adicción a los desafíos.
Antes
de que Axtreion reaccione, el georgiano baja, da un puñetazo al piso y extiende
el fuego negro hasta un área de quinientos metros de diámetro. Para no ser
chamuscado, el nephila se ve obligado a protegerse con una barrera mágica.
Viendo
que ya no hay peligro, Axtreion deshace su protección y, más maravillado con la
valentía de su enemigo humano, que con el brillo azulado que emite el domo de
fuego oscuro, y que evita que su interior se halle en la oscuridad total, espeta:
—No
soy de los que se sorprende todos los días. Pero en mis más de diez milenios de
existencia, no recuerdo haber visto a un humano tan osado como tú. ¿Cuál es tu
nombre?
El
humano ríe.
—Mi
nombre es Ioane Metreveli. ¿Sabes? cuando aprendí a usar magia, mi maestro me advirtió
de ustedes, los nephilim, de lo poderosos que son y de qué hacer al
encontrarnos con uno. —relata, cuidándose de no revelar que dicho maestro es El
Barón, uno de los maestros de la Orden del Libro Verdadero, y fugitivo de los
atlantes desde el fin de la Primera Guerra Mundial.
Axtreion
pensó en presionar a su enemigo sobre la identidad de su maestro, pero, tras
haberle sorprendido por sus cualidades, decide enfocar sus dudas en otra
dirección:
—¿Y
qué fue lo que ese maestro tuyo te enseñó, sobre lo que tenías que hacer al
enfrentar a uno de nosotros?
—«Huir,
huir sin descansar hasta estar seguros de tener la ventaja absoluta. No tener
pena de pedir ayuda o hacer trampa. Porque en el amor, la política y la guerra,
son las únicas situaciones en las que todo vale».
—¿Y
crees que tienes la ventaja absoluta? Has retirado a tus hombres. No…
Con
insolencia, Ioane interrumpe a Axtreion y aclara:
—Ordené
la retirada de mis hombres porque no quería sacrificarlos. Lo que voy hacer,
solo puedo hacerlo yo y nadie más.
Lejos
de molestarse, el nephila le resulta hilarante la resolución de su enemigo
humano, por lo que replica entre risas:
—¡¿Y
qué piensas hacer?! Nada en tu arsenal puede hacerme daño.
—Intenta
hacer magia —replica Ioane, extendiendo sus brazos y sonriendo, expresando la
más pura pedantería.
El
buen humor de Axtreion se transforma en rabia al sentir que este humano se ha
pasado de atrevido. Está obligado a castigar su ingenua arrogancia y bajarlo de
su nube de ilusiones, porque nadie es superior a los dioses.
—¡¿Cómo
es posible?!
Pero
queda perplejo al ver que, tras blandir su guadaña, nada pasa. ¿Será que los
alardes del humano no son infundados?
—¿Confundido?
Si te das cuenta, no hay corrientes de viento en este lugar. Estuve analizando
tus poderes y noté que usas el mitegia para manipular el oxígeno hasta
ionizarlo, haciéndolo que sus átomos pierdan electrones y convertirlo en plasma,
el cual usas para realizar tus hechizos. Ahora debes sentir que tu respiración
se hace más pesada, ¿no es así?
La
respiración de Axtreion se hace cada vez más pesada con cada segundo que pasa.
¿Acaso lo estuvo distrayendo para que su magia hiciera más efecto?
»¿Recuerdas
lo que dije de mi maestro, nephila? Esta es mi manera de hacer trampa. Te
distrajiste en mi discurso sin darte cuenta que usé ese tiempo para neutralizar
tus poderes. Mis camaradas no me llamaron «El Doctor» solo porque hablo mucho.
Recordando
a sus compañeros de clase en el campo de entrenamiento de El Barón en Brasil,
durante los años finales del régimen amenista en Colombia, ellos bautizan a
Ioane Metreveli «El Doctor» por su inteligencia, astucia y don de la oratoria.
También recuerda que El Barón, debido a estas capacidades, lo consideró el
candidato perfecto para ser el principal escudero dentro de la burocracia
colombiana del futuro presidente del país, Edward Salazar, pero debido a sus
negativas y su amor por las batallas, finalmente se decantó por la pitcairnesa Harriet
Drake, enviando al hechicero georgiano al ejército, para que usara sus poderes
contra los grupos armados que asolan el país, siendo el responsable de que los
departamentos de Atlántico, Magdalena, Cesar y La Guajira, quedasen bajo firme
control estatal.
—Maldito…
seas… sucio… ¡humano! —la rabia de Axtreion aumenta proporcionalmente a la
cantidad de aire que escapa de sus pulmones.
—Como
diría la sacerdotisa Evelin Makar: «si, soy un maldito, pero por eso, amo mi
trabajo». Khandzari: Mamber Shuaguli[6]!
Del
techo del domo, docenas de bolas de fuego negro caen al suelo. Pero en vez de extenderse
sobre el pasto chamuscado, van tomando la apariencia de lobos fantasmales, con
sus cuerpos oscuros como sombras y ojos azules que emiten un brillo amenazador
que aparentan perforar el alma.
—¿Qué…
diablos? —pregunta el agitado nephila, que pese a que reconoce que la batalla se
encuentra cuesta arriba, se niega a rendirse.
—Mi
maestro nos enseñó que nosotros, los arxoristas, hemos sido bendecidos con el
poder de la magia, para profanar el mundo esclavizado por el miedo y la ignorancia
que tu Emperador representa. ¡Ximéria será revivida, el monoteísmo será
exterminado, y el arxorismo se extenderá sobre la faz de la Tierra!
Esas
palabras sirvieron como señal para que varios lobos se lancen al ataque.
Axtreion blande su guadaña y deshace a algunos de ellos, pero uno lo esquiva de
un salto hasta morder su brazo derecho, momento en el que explota, lanzando al
nephila varios metros a sus espaldas hasta que patina en el piso por un par de
metros más. Él se levanta con dificultad, pero observa para su horror que su el
lobo destruyó la parte de su armadura. Su brazo derecho está al descubierto y cubierto
con dolorosas quemaduras que, en algunas secciones, ha dejado la piel en carne
viva.
»Verás,
nephila, usar la simbología pagana es para nosotros, un medio para representar
que el mundo que ustedes destruyeron ha vuelto para vengarse. Los Dioses Brujos
son el verdadero camino; ¡tu Emperador no es más que un fraude!
La
jauría de lobos de fuego se lanza contra el debilitado nephila. Con sus
fuerzas actuales, ni siquiera tiene fuerzas para esquivarlos, ni mucho menos
atacarlos. Su suerte está echada.
—¿Ol…
vidas… te… al… go?
Justo
antes de que los lobos lo devoren, Axtreion expulsa un aura de mitegia blanco,
tan poderosa que disuelve la jauría de fuego negro, al tiempo que ráfagas de
viento, combinadas con partículas brillantes como granos de plata, empiezan a
generarse alrededor de su cuerpo. La Magia de la Destrucción le ha permitido al
nephila generar las ráfagas de viento que necesita para reactivar su magia.
Impactado
por el repentino despliegue de poder de su enemigo, Ioane extiende sus brazos
para crear una gran esfera de fuego oscuro, la cual alcanza los seis metros de
diámetro.
—¡Este
es el final! Khandzari: Ghmertis Riskhva[7]!
La
esfera de fuego se trasforma en un descomunal rayo ígneo cargado de mitegia
negro que desintegra todo lo que toca.
Pero
esto solo hace que Axtreion se sienta más vivo que nunca:
—¡Esta
es mi mejor batalla en milenios! ¡te recompensaré usando uno de mis mejores
hechizos en ti! Aktína Theías Dóxas[8]!
Desde
la punta de su guadaña, el nephila crea una esfera de viento que rápidamente
se trasforma en una de plasma, disparada en forma de rayo, al menos tres veces
más impresionante que el lanzado por su enemigo humano, quien comprende que al
final, su suerte ahora está echada.
—Bueno,
al menos lo intenté. Que los Dioses Brujos acojan mi alma.
Las
palabras finales de Ioane, pronunciadas justo después de que el rayo de
Axtreion devorara al suyo, reflejan la resignación al destino que le espera. Al
recibir de lleno el hechizo de su enemigo, su cuerpo es desintegrado y siente
como su alma es transportada al firmamento. Los Dioses Brujos decidirán qué
hacer con el alma de su fiel seguidor, pero al ver que luchó en su nombre hasta
el final, su fortuna estará garantizada en el más allá.
Ioane
Metreveli está muerto, su cuerpo ha sido desintegrado y su alma ha abandonado
este mundo.
Habiéndose
asegurado la victoria, Axtreion hace desaparecer su arma y se rasca su tupida
barba azul índigo, mientras se dice a sí mismo:
—El
Libro de Hanele’vak tenía razón: las semillas estelares pueden derrotar a los
nephilim. Con razón mi padre se toma en serio la biblia arxorista. Aun así, ¡hacía
milenios que no me divertía tanto!
Contento
por su victoria e ignorando la herida de su brazo, el nephila suelta una
sonora carcajada motivada por su triunfo. Ha ganado una dura batalla contra una
semilla estelar, un hechicero que nació con sus poderes y que de acuerdo con
las escrituras arxoristas, descienden de hechiceros de otros mundos. Aunque él desconoce
muchos aspectos de esa religión, si conoce su vínculo y aquellos que desean el
regreso de Ximéria: la Orden del Libro Verdadero.
¿Será
que será cierto que Harkotian tenga razón y la orden ha vuelto?
»Nah,
debe ser un error. En todo caso, la traidora de Juliana debe pagar por darle la
espalda al Imperio de la Atlántida.
Desestimando
la evidencia frente a sus ojos, Axtreion se eleva a toda velocidad por los
aires en búsqueda de su siguiente objetivo: eliminar a la insolente que se
atrevió a abandonar el rebaño del Emperador y seguir a los herejes arxoristas.
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Tres
horas después.
Tras
haber devastado el pueblo de San Juan Nepomuceno, Xitlali y su horda zombi
avanzaron sin descanso hasta llegar a Arjona, un municipio ubicado a 44 kilómetros
al noroeste de éste y a 18 kilómetros de Cartagena en la misma dirección, rodeado
de ciénagas y que constituye el principal centro ganadero del departamento de
Bolívar. Ella y su horda pudieron llegar en menos de una hora gracias a que los
zombis, al ser muertos vivientes, pueden correr sin descanso por la carretera a
más de 50 kilómetros por hora, y ella, al ser autómata, puede seguirles el paso
sin problemas.
Al
igual que muchos municipios del departamento, sus edificaciones son en su
mayoría casas de una planta construidas principalmente en el Siglo XX, con
excepción de la iglesia del pueblo, de arquitectura
colonial. Pese a hallarse en el corazón del territorio
amenista, Arjona presenta muchas edificaciones en estado ruinoso y calles en
mal estado, claro indicador de que la economía del municipio no va por el mejor
camino.
No
obstante, como los demás territorios bajo influencia del Emperador, sus más de
ochenta mil habitantes, todos seguidores de la fe amenista, se hallan totalmente
inmersos en el embrujo religioso del «dios» atlante, almas perdidas que la
nicaragüense se ve obligada a asesinar, una labor desalmada que motiva a El
Barón —quien la llama desde Brasil—, preguntar con cierta preocupación:
—Xitlali,
¿qué piensas de matar a toda esta gente? Muchas de tus víctimas son civiles,
pero por lo que me cuentas, los asesinas sin contemplación.
La
nicaragüense, con una sonrisa siniestra, replica:
—Ya
me preguntaba cuando me haría esa pregunta, su majestad. Para mí, todos ellos
son iguales: desde los milicianos y paramilitares alineados con la Atlántida,
hasta los civiles que están bajo el control del Emperador, todos son enemigos.
Complacido
por la respuesta, El Barón, simulando estar impactado por el odio en las
palabras de su candidata, pregunta:
—¿No
has pensado que podría haber una posibilidad de salvarlos? Ya sabes, no asesinarlos
y trabajar en una cura.
—No,
su majestad —Xitlali responde tajantemente—. Esos fanáticos son un cáncer que
envenena la Tierra. Los arxoristas somos la cura que este mundo necesita. Completaremos
el plan, reviviremos a Ximéria y el Emperador y todos sus siervos serán
ofrecidos a los Dioses Brujos como sacrificio.
—Bien,
muy bien, Xitlali. Me complace saber que has aprendido muy bien esa lección. El
fanatismo es una enfermedad; nosotros somos la cura.
—Gracias,
su majestad. Es grato saber que su reputación como buen maestro le precede.
El
profundo desprecio que Xitlali expresa hacia los enemigos del arxorismo, ha
sido en parte alimentado por El Barón, su patrocinador como posible sucesor de
su tío como futura jinete de la Guerra. Una situación que la motiva a ella a
preguntar:
»Por
otro lado, aunque aprecio de verdad sus enseñanzas ¿Por qué me escogió a mi
como su candidata? Pensé que sería elegida por el Zar Carmesí, ya sabe, él es
el líder de los cíborgs de la orden.
El
Barón entiende la razón de dicha pregunta. La alianza compuesta por la Orden
del Libro Verdadero y la Casa Heigui está compuesta por tres facciones: los
cíborgs, comandados por el Zar Carmesí; los vampiros, liderados por los Heigui; y los hechiceros propiamente dichos, bajo la autoridad de El Barón.
—Es
cierto, pero nuestra organización no es tan rígida. Si recuerdas, Anabel Tamimi
y Heorhiy Nimni son vampiros, pero ellos están bajo la autoridad del Zar
Carmesí, no de tu tío. Aunque cada uno de los líderes de nuestra alianza tiene
sus gustos a la hora de reclutar a nuestros activos, podemos darnos el lujo
de saltarnos esas preferencias de vez en cuando.
Complacida
por la respuesta, Xitlali aprovecha para preguntarle al mejor instructor de la
orden sobre un tipo de magia que nunca ha podido dominar:
—Su
majestad ¿Cómo funcionan las Magias Cósmicas? —ella hace la interrogante,
mientras marcha tranquilamente por las calles del municipio rodeada de esferas
de agua generadas por su báculo, al tiempo que sus zombis asesinan a todo ser
viviente que se atraviese en su camino, y las casas a cada lado son saqueadas y
destruidas por la horda de muertos vivientes.
—Para
entender su funcionamiento, mi estimada pupila, debes recordar que la Magia de
la Creación y la Magia de la Destrucción son representaciones virtuales de los
elementos que dieron origen al Big Bang.
Mientras
El Barón explica, Xitlali tiene que lidiar con varios paramilitares que la
atacan usando hechizos, pero ella los elimina fácilmente con varios disparos de
agua comprimida, al tiempo que contempla como se van uniendo a su horda después
de su muerte.
—¿La
explosión que dio origen al universo?
—Si.
La Magia de la Creación es la representación mágica de la materia en su estado
más puro; la Magia de la Destrucción es la representación de la antimateria.
Antes
de que El Barón continuara con la explicación, entre lo dicho por él, ella
repara en un detalle:
—¿Por
qué son «representaciones»?
El
Barón ríe de orgullo hacia su pupila. La percepción de Xitlali es increíblemente
aguda:
—No
se te escapa una, ¿verdad? La cuestión es que ambas son partículas de mitegia,
que tienen un comportamiento equivalente a la materia pura y la antimateria,
pero son mucho más estables.
—No
entiendo.
—La
antimateria es una sustancia muy inestable y el universo no está hecho para que
esta sobreviva por mucho tiempo. Por otro lado, cuando hablamos de «materia en
su estado más puro», en realidad estamos hablando de mitegia con unas
propiedades muy particulares.
—¿O
sea que el mitegia blanco es falsa antimateria y el mitegia negro es extremadamente
maleable?
—Efectivamente.
—¿Y
qué determina qué tipo de mitegia se extrae de La Fuente?
—No
funciona así. Las propiedades de las Magias Cósmicas dependen exclusivamente
del hechicero que las use. Por ejemplo, Sebastião usa Magia de la Destrucción
porque lo suyo es destruir todo a lo loco; tu tío Protogion usa Magia de la
Creación, porque la elaboración de mis hechizos es más complicada.
—A
ver si entendí: los hechiceros que usan magia simple pero muy poderosa, obtendrán
mitegia blanco; los hechiceros que usan magia más compleja recibirán mitegia
negro, ¿correcto, su majestad?
—Completamente,
Xitlali. Si eres agresiva, usarás Magia de la Destrucción; si eres analítica, obtendrás
la Magia de la Creación.
El
mitegia blanco, debido a sus propiedades similares a la antimateria, tiende a
reaccionar de forma muy violenta al contacto con la materia, por lo que los
hechiceros que lo usan tienden a poseer un estilo de magia con un poder
destructivo muy grande, usarán Magia de la Destrucción. El mitegia
negro, materia prima de la Magia de la Creación, debido a que es mucho más maleable
y poderoso que el mitegia normal, permite a los hechiceros manipularlo de
formas tan increíbles en las que el único límite, es la imaginación, por lo que
hechiceros con una mentalidad más serena, son los que terminan por recibirlo.
—Pero
¿Cómo puedo aprender a usar una magia cósmica?
Xitlali
espera una respuesta, pero se encuentra con un lilim que toma la apariencia de cíclope,
un gigante de un solo ojo de seis metros de alto, y armado con un garrote
metálico lleno de pinchos afilados. Mientras ella esquiva los garrotazos del
cíclope y lo ataca a distancia con sus rayos de agua comprimida, El Barón, ignorante
de lo que hace su pupila, explica.
—Controlar
las magias cósmicas es algo que solo aquellos con una conexión excepcionalmente
fuerte con La Fuente pueden hacer, como las semillas estelares.
El
término «semillas estelares» llama la atención de Xitlali:
—¿O
sea que Dalila y Lucia podrían aprender a usarla? —pregunta la autómata,
mientras observa atónita como el cíclope detiene todos sus ataques con una
barrera mágica, al tiempo que se lanza al ataque, blandiendo su garrote, siendo
obligada a huir, al ver que su técnica resultaba tan buena que no le daba
oportunidad de acercársele.
—Correcto
—responde el nephila—. Sus almas han reencarnado muchas veces en diferentes
rincones del universo. Esto ha hecho que sus cuerpos de mitegia sean
excepcionalmente poderosos. Y puedo asegurarte que lo serán aun más bajo la
tutela de tu primo.
El
Barón es inundado por una leve sensación de envidia. Aunque no tiene la mejor
opinión de Sebastião, a quien considera un chico rebelde e indisciplinado, si
admira a André, a quien ve como un líder nato, en especial al ver como ha
convertido a dos hechiceras novatas en sus devotas seguidoras, ayudándoles a
desarrollar sus poderes para que puedan hacer cumplir su voluntad. Aunque el anciano
jerarca confía en las capacidades de Xitlali, por momentos siente que su colega, el Zar Carmesí, es un bastardo con
suerte por haber elegido a un candidato con tan buenas perspectivas.
Mientras
vuela sobre las casas de Arjona con el cíclope pisándole los talones, Xitlali cambia
el tema con otra pregunta:
—¿Y
qué hay de los nephilim y sus descendientes?
En
el momento en que El Barón inicia su explicación, ella se posa en una calle
abierta al sur del pueblo, donde docenas de lugareños se lanzan sobre ella cual
horda de zombis, armados con palos, garrotes, machetes y hasta armas láser. Por
ello, Xitlali decide «jugar un poco» y hace desaparecer su báculo, para luchar
contra ellos en combate cuerpo a cuerpo usando las filosas garras de sus manos
y pies.
—Verás,
Xitlali, todos los descendientes de los ainírs tenemos la capacidad innata de adquirir el poder de las Magias Cósmicas. Ahora
bien, lograrlo es cuestión de qué tan fuerte es tu cuerpo de mitegia. Si puedes
acumular suficiente mitegia, sin usar encantamientos, obtendrás la capacidad.
—¿Es
todo? —Xitlali levanta la ceja, atónita ante la simplicidad del proceso de
alcanzar el poder máximo de la magia. Además, se siente decepcionada por haber
acabado con sus enemigos tan deprisa.
—Si
—recalca El Barón—. Recuerda que tanto las semillas estelares como los descendientes
de los ainírs poseemos cuerpos de mitegia excepcionalmente grandes. Pero
recuerda esto, no importa que grande sea tu potencial, si no lo aprovechas, no
te servirá de nada.
—¿Qué
quiere decir con eso?
—Tus
poderes son grandes, Xitlali. Has estado entrenado toda tu vida para
fortalecerlos. No deberías tener problemas para alcanzar el poder que buscas.
En
ese instante, el cíclope aterriza a pocos metros enfrente de Xitlali, quien
vuelve a invocar su báculo y lo ataca con rayos de agua comprimida, los cuales
son detenidos por una barrera mágica, al tiempo que nuevos enemigos la atacan
de todas direcciones. Algunos son impactados por los rayos de agua comprimida; pero
dos de ellos los esquivan y se lanzan con espadas en mano a ensartarla, por lo
que ella detiene al que está a su derecha con su antebrazo, y agarra el arma
del que está a su izquierda. Ambos reciben una brutal descarga eléctrica que
los asesina al instante, al tiempo que el cíclope aprovecha para atacar con su
garrote, por lo que Xitlali hace un salto mortal a sus espaldas, cayendo a una
distancia segura.
La
explicación de El Barón le da una idea que le comunica al instante:
—Lo
intentaré entonces. Permanezca en la línea, voy a intentar lograrlo ahora mismo.
Ansioso
porque su pupila consiga el poder que ansía, el anciano nephila expresa:
—No
se te olvide avisarme cuando lo consigas.
Ella
sonríe.
—Así
será.
El
cíclope corre a toda velocidad hacia Xitlali, por lo que ella se eleva para
esquivarlo. Para su sorpresa, su enemigo hace lo mismo, persiguiéndola sobre
los cielos de Arjona. Ella acumula mitegia en su cuerpo hasta romper la barrera
del sonido.
Su
perseguidor le ha perdido la pista. Por ahora.
Ella se detiene a más de cinco kilómetros de altura, mientras acumula
el mitegia suficiente para usar una magia cósmica. Para su consternación, puede
ver al cíclope elevarse hacia ella a toda velocidad, con su cuerpo rodeado con
un aura mística con el color de la sangre. Conforme se acerca más, ella incluso
puede ver como la esclerótica roja de su ojo va adoptando un brillo amenazante,
que contrasta con la esclerótica oscura, similar al negro del vacío más
profundo.
El
monstruo tiene sed de sangre, pero debe ser paciente.
Xitlali
acumula todo el mitegia que puede sin el uso de encantamientos. Su aura azul va
se va haciendo más densa hasta que ella no puede ver a través de ésta, salvo
siluetas muy tenues a corta distancia. Siente como el lilim está muy cerca de
ella y, aunque carece del instinto de supervivencia, hay algoritmos en su programación
que le indican que debe dejar de hacer lo que está haciendo y adoptar otra
acción.
Pero
ella los ignora. Es el todo o nada.
Repentinamente,
el cíclope está tan cerca que puede verlo alzar su garrote, listo a destruirla.
Ella piensa en moverse e intentarlo otra vez. Pero entonces:
»Lo
logré.
El
denso mitegia de Xitlali se pigmenta de una densa oscuridad, no
obstante, puede ver claramente a través de éste, como si estuviera detrás de un
vidrio polarizado. El cíclope tiene su garrote justo sobre su cabeza, pero ella
logra crear una barrera eléctrica justo a tiempo, que lo hace rebotar y
retroceder unos pocos metros, como si hubiera golpeado una pared de acero.
»No
tengo tiempo para esto.
Ella
extiende su báculo y acumula mitegia negro, en forma de esfera de electricidad
de unos pocos centímetros de diámetro sobre la punta de éste.
»Luz
Oscura: Rayo de la Muerte.
Dicha
esfera se transforma en un fino rayo de energía negra, el cual atraviesa el
pecho del cíclope, destruyendo su corazón y perforando su columna vertebral
hasta salir por su espalda. No teniendo suficiente con eso, Xitlali maniobra un
poco su báculo para hacer que su hechizo corte verticalmente al lilim en dos
partes, demostrando una saña y sed de sangre que no se corresponde con su
expresión serena.
Tras
verlo caer, Xitlali contempla como los relámpagos negros surcan su garra
izquierda y a través de su cuerpo. El nuevo poder que ahora posee en sus manos
la llena de una alegría tal que no puede evitar dejar escapar una tímida risita,
la cual no pasa desapercibida para El Barón:
—Por
El Cuarteto, ¡¿acabo de escucharte riendo?!
Incluso
con todas las modificaciones que Protogion hizo en su cerebro para devolverle
las emociones, Xitlali, al ser una autómata modificada por Axtreion para ser un
arma sin emociones, apenas si es capaz de expresarlas. Por tal razón, aunque
debería estar saltando de la alegría por haber desbloqueado su nuevo poder,
solo puede expresar este sentimiento con leves gestos de felicidad.
—Así
es, su majestad. Conseguí invocar la Magia de la Creación. El máximo poder de
la magia, ahora está en mis manos.
La
revelación hace que el nephila suelte una muy satisfactoria carcajada:
—¡Excelente!
¡Sabía que podías lograrlo, Xitlali! Ahora tú podrías llegar a ser tan fuerte
como Sebastião.
—¿En
serio dice eso? —a Xitlali le resultan difíciles de creer esas palabras.
—¡Definitivamente!
Tienes el poder para convertirte en la próxima Jinete de la Guerra. Tu tío debe
estar orgulloso de ti.
Las
eufóricas palabras de El Barón desvelan su favoritismo y confianza en su
candidata, aunque los elogios hacia Protogion le provocan una grata sorpresa,
aunque sin saber cómo expresarla, termina soltando un comentario algo brusco:
—Pensaba
que le desagradaba mi tío.
Entendiendo
las limitaciones de su pupila, El Barón no se molesta con ella, sino que
responde educadamente, sin resentimientos:
—Yo desconfiaba de él por ser hijo del Emperador. Pero al ver que su compromiso con nuestra causa es genuino, me di cuenta de que, no importa quien sea su padre, Protogion de Eta Efevrétis es un hombre de palabra. De hecho, es algo que tú tienes en común con él.
—¿Usted cree eso? —pregunta Xitlali mientras concentra la humedad del ambiente en esferas de agua, las cuales se van cubriendo de mitegia negro, tan denso que, al combinarse con el agua, dan la impresión de que esta autómata estuviese manipulando su propia sombra.
—Definitivamente,
Xitlali. Ambos descienden del Emperador de los Atlantes, ambos usan Magia de la
Creación, y ambos tienen una gran pasión por la ciencia. Si no fuera porque el imbécil
de Axtreion es tu ancestro, juraría que eres su hija.
Mientras
El Barón explica, docenas de paramilitares atacan a Xitlali con sus armas de
fuego, solo para ver como sus disparos son absorbidos por las esferas de agua
negra.
—Muchas
gracias, su majestad. Él ha sido para mí el padre que nunca tuve, y estoy muy agradecida con los Heigui por acogerme como una más de ellos —responde Xitlali con gran felicidad, mientras que dispara rayos de agua comprimida desde las esferas de
agua negra que perforan las cabezas de sus atacantes. Pese a su estado de ánimo, solo logra exteriorizarlo con una sonrisa leve.
Al
caer sus enemigos, ella hace chocar la base de su báculo contra el piso y los
caídos por su mano, se levantan como zombis bajo su control.
Cuando
pensaba cortar la comunicación con El Barón, ambos escuchan una gran explosión
a pocos metros de distancia que los pone en estado de alarma. De hecho, el
anciano nephila, preocupado por su pupila no tarda en preguntar:
—¡¿Qué
fue eso?! ¡¿Estás bien?!
—Por
ahora —responde la nicaragüense, con cierta inflexión en su habla—, pero unos
cuantos refuerzos no vendrían mal.
El
nephila descifra las señales verbales que le envía su pupila y de inmediato
asume que está preocupada, por lo que pregunta:
—¿Por
qué lo dices? ¿Qué pasa? ¡¿Dime, Xitlali?!
Para
no preocuparlo más, ella opta por dejarlo en la incertidumbre:
—No
se preocupe, su majestad, le llamo después. Lo prometo.
La
comunicación se corta y la autómata frunce el ceño. Alguien de su pasado se
encuentra justo enfrente de ella.
—Es
un hecho: si quieres hacer algo bien, hazlo tú mismo. Y pensar que
invertí tanto tiempo y dinero en preparar a Misael para matarte, solo para
encontrarme con este fracaso.
—Axtreion
de Iota Polemistís —Xitlali pronuncia el nombre del hombre frente de ella con
desgano—. ¿Qué hacés acá?
El
nephila ríe y la señala desafiantemente:
—¿No
es obvio? He venido a castigarte por tu traición.
—Lo
siento, pero no estoy de acuerdo.
Sin
que Axtreion se dé cuenta, el lilim cíclope que Xitlali asesinó hacía unos
minutos, es revivido como un zombi, listo a destruir al enemigo de su ama con
su garrote.
Pero
en un alarde de poder, el nephila invoca una serie de ráfagas de viento
cortante, sin moverse, con las que descuartiza al desdichado lilim, sacándolo
definitivamente de su miseria.
Al
ver algunas de las vísceras del cíclope caer cerca suyo, Axtreion deduce que se
trata de un lilim que ella revivió, algo que lo hace exclamar:
—¡¿Nigromancia?!
Jamás pensé que Protogión pudiera crear un arma capaz de revivir a los muertos
y masificarla entre sus soldados. Ese bastardo nos ha causado nada más que problemas.
Xitlali
ríe en sus adentros. Aunque la suposición de Axtreion de que ella puede usar
magia para revivir a los muertos es gracias al báculo de nigromante que porta, es correcta; su conclusión de que fue creado por Protogión, debido a su uso por
las fuerzas especiales brasileñas, es totalmente errónea.
Pero
no será ella quien le haga caer en su error:
—Si,
ha sido mi tío el que me ha proporcionado esto y muchas mejoras más.
Axtreion
suelta una sonora carcajada, mientras invoca su arma:
—Hace
un momento, asesiné a un tipo que creyó que podía ganarme. Admito que fue muy
divertido luchar contra él, pero no era un dios.
El
ego inflado del nephila lo hace revelar el detalle —implícitamente— de que él
asesinó a uno de los refuerzos que Xitlali esperaba con ansias. Y sin señales de
más apoyo, está consciente de que tendrá que enfrentar a su ancestro por su
cuenta.
Por
ello, no duda en invocar a sus zombis, invocar su aura oscura, la cual irradia
la confianza en sus nuevos poderes y que no duda en restregar sobre el
nephila:
—Sigue
clamando tu falsa divinidad, Axtreion. Fallaste en matarme a mí y a mi primo Sebastião,
así que me encargaré de enviarte a La Fuente en honor al doctor Metreveli. Que
los Dioses Brujos devoren tu alma por todo lo que me hiciste.
Las
palabras de la nicaragüense desconciertan a Axtreion. El tono de su voz deja
escapar no solo el profundo odio que ella le tiene; también revela un
sentimiento que nunca había visto en ella: confianza.
Pero
esto no lo intimida:
—¿Dices
que vas a enviar mi alma a La Fuente?
Él
se cubre de una brillante aura blanca. La traidora arrogante debe sufrir un
castigo ejemplar:
»Yo
digo que no.
El
inevitable choque entre el príncipe atlante y la desertora insurrecta ha dado
inicio.
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[1]
En georgiano (ხანძარი: განადგურება) «Fuego Fatuo: Aniquilación».
[2]
En griego (Θεϊκή Παρουσία) «Presencia Divina».
[3]
En georgiano (ხანძარი: აღსრულება) «Fuego Fatuo: Ejecución»
[4]
En georgiano (ხანძარი: კამარის სული) «Fuego Fatuo: Alma de Kamar». Kamar
es una diosa de la mitología georgiana e hija de Ghmerti, señor del cielo y rey
de los dioses del panteón georgiano. Su aspecto es el fuego sagrado del Sol.
[5]
En georgiano (ხანძარი: კვესკნელი) «Fuego Fatuo: Kveskneli». En la cosmogonía
georgiana, Kveskneli es el inframundo, siendo este el hogar de todos los
monstruos que asolan la Tierra. Tras la evangelización amenista, se asoció este nombre
con el infierno.
[6]
En georgiano (ხანძარი: მამბერი შუაგული) «Fuego Fatuo: Prole de Mamber». Mamber
es el dios georgiano de los lobos, aunque también se lo asoció con la
agricultura. Con la evangelización amenista, se lo asoció a San Teodoro de Amasea, un
santo guerrero de dicha religión.
[7]
En georgiano (ხანძარი: ღმერთის რისხვა) «Fuego Fátuo: Ira de Ghmerti». En la
cosmogonía georgiana, Ghmerti era el rey de los dioses y habitaba en el
Zeskneli (ზესკნელი) el mundo superior, que tras la evangelización amenista del país, se
lo asoció con el Cielo, al tiempo que Ghmerti pasó a ser un análogo de Yaldabaoth,
el dios amenista.
[8]
En griego (Ακτίνα Θείας Δόξας) «Fogonazo de la Gracia Divina».