20-LLAMADA DE APRENDIZAJE

 


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Mayo del año 2049.

En vista de las constantes dificultades que había estado teniendo Xitlali J-30 para avanzar a Cartagena, el Barón había ordenado a uno de sus oficiales, el mariscal de la orden y coronel del ejército colombiano —pero nacido en Georgia, país del Cáucaso—, Ioane Metreveli, a que le echara una mano y agilizara su invasión.

No obstante, el coronel Metreveli se ha encontrado inesperadamente, en una sabana a las afueras de San Juan Nepomuceno, con el nephila Axtreion de Iota Polemistís quien, frustrado por el fracaso de varios de sus subordinados, ha decidido tomar cartas en el asunto, personalmente:

—¿Qué pasa? ¿Acaso tienes miedo?

Su desafío ha llenado de pánico al coronel, pero, sabiendo que no tiene opción, ordena el ataque:

—¡DISPAREN TODO!

Todos y cada uno de los soldados de Ioane disparan al unísono contra Axtreion. Los hechiceros lanzan sus hechizos, desde ataques elementales, hasta rayos de mitegia en su estado más puro; mientras que los pilotos de los mekas disparan su arsenal de misiles y rayos láser.

»Khandzari: Ganadgureba![1]

El propio Ioane se une a sus hombres y lanza una espectacular llamarada azul desde sus manos, que cubre un área de más de quince metros de ancho. Su magia de fuego tiene ese color, ya que, por medio del mitegia, convierte parte del oxígeno a su alrededor en gas metano, que al interactuar con el oxígeno restante, crea un fenómeno conocido como «combustión completa», en el que el fuego consume toda molécula a su alrededor, sin dejar ningún desecho como en el fuego normal de color naranja. De hecho, sus llamas alcanzan una temperatura de más de dos mil grados centígrados.

Tras unos minutos, el humo provocado por el descomunal poder de fuego desplegado por el regimiento se disipa por completo; desde el pasto hasta la tierra misma, ha quedado totalmente ennegrecido por las enormes temperaturas a las que ha sido expuesto. No obstante, lo que ven más allá, los deja pálidos del espanto.

—Ja, ¿eso es lo mejor que tienen? ¡Decepcionante!

Resulta que Axtreion usó una gruesa barrera de mitegia, la cual bloqueó todos los ataques enemigos, dejándolo totalmente ileso. Los esfuerzos de sus enemigos fueron inútiles.

»Mi turno. Theïkí Parousía![2].

El nephila extiende sus brazos, deshace su barrera, y crea una explosión tan violenta que todo, en un rango de un kilómetro, es borrado de la faz de la Tierra. Solo algunos cientos de soldados, incluido el coronel Metreveli y los pilotos de los mekas, sobreviven gracias a sus barreras de mitegia, aunque muchos de ellos han quedado debilitados, debido a la enorme fuerza del hechizo enemigo.

Pero Axtreion no tiene intención de darles respiro.

Antes de que se reincorporen, él invoca una guadaña de guerra de un metro veinte de largo, con hojas de setenta centímetros de largo en cada extremo. Con dicha arma, desaparece de la vista y reaparece detrás de un meka, al cual corta verticalmente.

Otros hechiceros lo atacan, pero él se cubre con un escudo de mitegia, haciendo que sus hechizos reboten hacia su origen, matando a sus atacantes.

Más soldados y pilotos de mekas lo atacan, esta vez con ataques cuerpo a cuerpo, pero Axtreion los mantiene a todos a raya con sendos movimientos de su arma, que realiza finos y mortales cortes a todo lo que se acerque a él.

Cuando un meka le lanza un puñetazo cargado de electricidad, Axtreion es lanzado varios metros a sus espaldas, pero manteniéndose de pie, justo a espaldas de otro meka que le lanza un pisotón, pero del cual el nephila se da cuenta y usa su guadaña para atravesarla.

Otros mekas le lanzan misiles, pero él levanta una barrera para protegerse.

Axtreion disipa el humo con un movimiento de su arma, pero lo deja vulnerable a un rayo de fuego azul de Ioane.

Khandzari: Aghsruleba![3]

Ya que el ataque es demasiado rápido para crear una barrera, Axtreion se ve obligado a arquear su cuerpo hacia su espalda, quedando con sus pies pegados al piso y su tronco en posición horizontal, mofándose de la gravedad. Aunque él puede ver como el rayo de fuego hace estallar una colina cercana.

Si lo hubiera alcanzado ese ataque, ahora estaría muerto.

Antes de que vuelva a quedar erguido, el nephila se ve obligado a saltar horizontalmente a su derecha, ya que uno de los mekas, armado con una espada de tres metros de largo, quiso cortarlo por la mitad.

Luego de girar horizontalmente por varios metros, Axtreion queda una vez más de pie, para ser recibido por docenas de hechiceros que lo rodean y apuntan con sus rifles de asalto. Pero antes de que disparen, él usa su guadaña para cortar sus cabezas.

El meka se lanza hacia él, pero Axtreion crea una onda mágica con la que corta a la máquina y su piloto verticalmente en dos.

El nephila percibe un poder mágico sobre su cabeza, por lo que alza la mirada al cielo y lo que ve, lo deja perplejo:

—¿En serio?

Khandzari: K’amaris Suli![4]

Es el coronel Metreveli junto a varios de sus hombres. Él ha lanzado una enorme espada de fuego azul de diez metros de largo. Axtreion percibe que, incluso con su resistencia legendaria de nephila, si se deja tocar por ese hechizo, será chamuscado.

Para evitar ser destruido, Axtreion cubre de mitegia blanco su guadaña y, de un solo movimiento, disipa el poderoso ataque del hechicero georgiano quien, molesto por lo que ha presenciado, ordena que sus hombres se retiren; él solo peleará contra el nephila, así tenga que morir en el intento.

Al ver a los remanentes del regimiento del ejército colombiano retirarse, Axtreion se sintió tentado a atacarles, pero pensó que no tenía caso. Logró evitar que los refuerzos llegaran a su descendiente traidora, previniendo una victoria relativamente fácil de ella contra las tropas de Xiomara Cardozo. Uno de sus objetivos, había sido alcanzado.

Por ello, se dirige al coronel Metreveli, buscando mermar su espíritu de lucha:

—¿En serio piensas matarme? ¡Soy un Dios y soy invencible!

Lejos de sentir una puñalada en su espíritu de lucha, Ioane se mantiene firme y, con su resolución más firme que nunca, replica:

—¡No me importa si muero hoy! ¡Tu derrota es inevitable, falso dios! Khandzari: K’vesk’neli![5]

Ioane se cubre de un aura de fuego negro, cien veces más caliente que sus llamas azules. Sabe que luchar contra un nephila en combate individual, es el mayor desafío que ha enfrentado en su vida. Pero si algo caracteriza a este militar georgiano, es su adicción a los desafíos.

Antes de que Axtreion reaccione, el georgiano baja, da un puñetazo al piso y extiende el fuego negro hasta un área de quinientos metros de diámetro. Para no ser chamuscado, el nephila se ve obligado a protegerse con una barrera mágica.

Viendo que ya no hay peligro, Axtreion deshace su protección y, más maravillado con la valentía de su enemigo humano, que con el brillo azulado que emite el domo de fuego oscuro, y que evita que su interior se halle en la oscuridad total, espeta:

—No soy de los que se sorprende todos los días. Pero en mis más de diez milenios de existencia, no recuerdo haber visto a un humano tan osado como tú. ¿Cuál es tu nombre?

El humano ríe.

—Mi nombre es Ioane Metreveli. ¿Sabes? cuando aprendí a usar magia, mi maestro me advirtió de ustedes, los nephilim, de lo poderosos que son y de qué hacer al encontrarnos con uno. —relata, cuidándose de no revelar que dicho maestro es El Barón, uno de los maestros de la Orden del Libro Verdadero, y fugitivo de los atlantes desde el fin de la Primera Guerra Mundial.

Axtreion pensó en presionar a su enemigo sobre la identidad de su maestro, pero, tras haberle sorprendido por sus cualidades, decide enfocar sus dudas en otra dirección:

—¿Y qué fue lo que ese maestro tuyo te enseñó, sobre lo que tenías que hacer al enfrentar a uno de nosotros?

—«Huir, huir sin descansar hasta estar seguros de tener la ventaja absoluta. No tener pena de pedir ayuda o hacer trampa. Porque en el amor, la política y la guerra, son las únicas situaciones en las que todo vale».

—¿Y crees que tienes la ventaja absoluta? Has retirado a tus hombres. No…

Con insolencia, Ioane interrumpe a Axtreion y aclara:

—Ordené la retirada de mis hombres porque no quería sacrificarlos. Lo que voy hacer, solo puedo hacerlo yo y nadie más.

Lejos de molestarse, el nephila le resulta hilarante la resolución de su enemigo humano, por lo que replica entre risas:

—¡¿Y qué piensas hacer?! Nada en tu arsenal puede hacerme daño.

—Intenta hacer magia —replica Ioane, extendiendo sus brazos y sonriendo, expresando la más pura pedantería.

El buen humor de Axtreion se transforma en rabia al sentir que este humano se ha pasado de atrevido. Está obligado a castigar su ingenua arrogancia y bajarlo de su nube de ilusiones, porque nadie es superior a los dioses.

—¡¿Cómo es posible?!

Pero queda perplejo al ver que, tras blandir su guadaña, nada pasa. ¿Será que los alardes del humano no son infundados?

—¿Confundido? Si te das cuenta, no hay corrientes de viento en este lugar. Estuve analizando tus poderes y noté que usas el mitegia para manipular el oxígeno hasta ionizarlo, haciéndolo que sus átomos pierdan electrones y convertirlo en plasma, el cual usas para realizar tus hechizos. Ahora debes sentir que tu respiración se hace más pesada, ¿no es así?

La respiración de Axtreion se hace cada vez más pesada con cada segundo que pasa. ¿Acaso lo estuvo distrayendo para que su magia hiciera más efecto?

»¿Recuerdas lo que dije de mi maestro, nephila? Esta es mi manera de hacer trampa. Te distrajiste en mi discurso sin darte cuenta que usé ese tiempo para neutralizar tus poderes. Mis camaradas no me llamaron «El Doctor» solo porque hablo mucho.

Recordando a sus compañeros de clase en el campo de entrenamiento de El Barón en Brasil, durante los años finales del régimen amenista en Colombia, ellos bautizan a Ioane Metreveli «El Doctor» por su inteligencia, astucia y don de la oratoria. También recuerda que El Barón, debido a estas capacidades, lo consideró el candidato perfecto para ser el principal escudero dentro de la burocracia colombiana del futuro presidente del país, Edward Salazar, pero debido a sus negativas y su amor por las batallas, finalmente se decantó por la pitcairnesa Harriet Drake, enviando al hechicero georgiano al ejército, para que usara sus poderes contra los grupos armados que asolan el país, siendo el responsable de que los departamentos de Atlántico, Magdalena, Cesar y La Guajira, quedasen bajo firme control estatal.

—Maldito… seas… sucio… ¡humano! —la rabia de Axtreion aumenta proporcionalmente a la cantidad de aire que escapa de sus pulmones.

—Como diría la sacerdotisa Evelin Makar: «si, soy un maldito, pero por eso, amo mi trabajo». Khandzari: Mamber Shuaguli[6]!

Del techo del domo, docenas de bolas de fuego negro caen al suelo. Pero en vez de extenderse sobre el pasto chamuscado, van tomando la apariencia de lobos fantasmales, con sus cuerpos oscuros como sombras y ojos azules que emiten un brillo amenazador que aparentan perforar el alma.

—¿Qué… diablos? —pregunta el agitado nephila, que pese a que reconoce que la batalla se encuentra cuesta arriba, se niega a rendirse.

—Mi maestro nos enseñó que nosotros, los arxoristas, hemos sido bendecidos con el poder de la magia, para profanar el mundo esclavizado por el miedo y la ignorancia que tu Emperador representa. ¡Ximéria será revivida, el monoteísmo será exterminado, y el arxorismo se extenderá sobre la faz de la Tierra!

Esas palabras sirvieron como señal para que varios lobos se lancen al ataque. Axtreion blande su guadaña y deshace a algunos de ellos, pero uno lo esquiva de un salto hasta morder su brazo derecho, momento en el que explota, lanzando al nephila varios metros a sus espaldas hasta que patina en el piso por un par de metros más. Él se levanta con dificultad, pero observa para su horror que su el lobo destruyó la parte de su armadura. Su brazo derecho está al descubierto y cubierto con dolorosas quemaduras que, en algunas secciones, ha dejado la piel en carne viva.

»Verás, nephila, usar la simbología pagana es para nosotros, un medio para representar que el mundo que ustedes destruyeron ha vuelto para vengarse. Los Dioses Brujos son el verdadero camino; ¡tu Emperador no es más que un fraude!

La jauría de lobos de fuego se lanza contra el debilitado nephila. Con sus fuerzas actuales, ni siquiera tiene fuerzas para esquivarlos, ni mucho menos atacarlos. Su suerte está echada.

—¿Ol… vidas… te… al… go?

Justo antes de que los lobos lo devoren, Axtreion expulsa un aura de mitegia blanco, tan poderosa que disuelve la jauría de fuego negro, al tiempo que ráfagas de viento, combinadas con partículas brillantes como granos de plata, empiezan a generarse alrededor de su cuerpo. La Magia de la Destrucción le ha permitido al nephila generar las ráfagas de viento que necesita para reactivar su magia.

Impactado por el repentino despliegue de poder de su enemigo, Ioane extiende sus brazos para crear una gran esfera de fuego oscuro, la cual alcanza los seis metros de diámetro.

—¡Este es el final! Khandzari: Ghmertis Riskhva[7]!

La esfera de fuego se trasforma en un descomunal rayo ígneo cargado de mitegia negro que desintegra todo lo que toca.

Pero esto solo hace que Axtreion se sienta más vivo que nunca:

—¡Esta es mi mejor batalla en milenios! ¡te recompensaré usando uno de mis mejores hechizos en ti! Aktína Theías Dóxas[8]!

Desde la punta de su guadaña, el nephila crea una esfera de viento que rápidamente se trasforma en una de plasma, disparada en forma de rayo, al menos tres veces más impresionante que el lanzado por su enemigo humano, quien comprende que al final, su suerte ahora está echada.

—Bueno, al menos lo intenté. Que los Dioses Brujos acojan mi alma.

Las palabras finales de Ioane, pronunciadas justo después de que el rayo de Axtreion devorara al suyo, reflejan la resignación al destino que le espera. Al recibir de lleno el hechizo de su enemigo, su cuerpo es desintegrado y siente como su alma es transportada al firmamento. Los Dioses Brujos decidirán qué hacer con el alma de su fiel seguidor, pero al ver que luchó en su nombre hasta el final, su fortuna estará garantizada en el más allá.

Ioane Metreveli está muerto, su cuerpo ha sido desintegrado y su alma ha abandonado este mundo.

Habiéndose asegurado la victoria, Axtreion hace desaparecer su arma y se rasca su tupida barba azul índigo, mientras se dice a sí mismo:

El Libro de Hanele’vak tenía razón: las semillas estelares pueden derrotar a los nephilim. Con razón mi padre se toma en serio la biblia arxorista. Aun así, ¡hacía milenios que no me divertía tanto!

Contento por su victoria e ignorando la herida de su brazo, el nephila suelta una sonora carcajada motivada por su triunfo. Ha ganado una dura batalla contra una semilla estelar, un hechicero que nació con sus poderes y que de acuerdo con las escrituras arxoristas, descienden de hechiceros de otros mundos. Aunque él desconoce muchos aspectos de esa religión, si conoce su vínculo y aquellos que desean el regreso de Ximéria: la Orden del Libro Verdadero.

¿Será que será cierto que Harkotian tenga razón y la orden ha vuelto?

»Nah, debe ser un error. En todo caso, la traidora de Juliana debe pagar por darle la espalda al Imperio de la Atlántida.

Desestimando la evidencia frente a sus ojos, Axtreion se eleva a toda velocidad por los aires en búsqueda de su siguiente objetivo: eliminar a la insolente que se atrevió a abandonar el rebaño del Emperador y seguir a los herejes arxoristas.

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Tres horas después.

Tras haber devastado el pueblo de San Juan Nepomuceno, Xitlali y su horda zombi avanzaron sin descanso hasta llegar a Arjona, un municipio ubicado a 44 kilómetros al noroeste de éste y a 18 kilómetros de Cartagena en la misma dirección, rodeado de ciénagas y que constituye el principal centro ganadero del departamento de Bolívar. Ella y su horda pudieron llegar en menos de una hora gracias a que los zombis, al ser muertos vivientes, pueden correr sin descanso por la carretera a más de 50 kilómetros por hora, y ella, al ser autómata, puede seguirles el paso sin problemas.

Al igual que muchos municipios del departamento, sus edificaciones son en su mayoría casas de una planta construidas principalmente en el Siglo XX, con excepción de la iglesia del pueblo, de arquitectura colonial. Pese a hallarse en el corazón del territorio amenista, Arjona presenta muchas edificaciones en estado ruinoso y calles en mal estado, claro indicador de que la economía del municipio no va por el mejor camino.

No obstante, como los demás territorios bajo influencia del Emperador, sus más de ochenta mil habitantes, todos seguidores de la fe amenista, se hallan totalmente inmersos en el embrujo religioso del «dios» atlante, almas perdidas que la nicaragüense se ve obligada a asesinar, una labor desalmada que motiva a El Barón —quien la llama desde Brasil—, preguntar con cierta preocupación:

—Xitlali, ¿qué piensas de matar a toda esta gente? Muchas de tus víctimas son civiles, pero por lo que me cuentas, los asesinas sin contemplación.

La nicaragüense, con una sonrisa siniestra, replica:

—Ya me preguntaba cuando me haría esa pregunta, su majestad. Para mí, todos ellos son iguales: desde los milicianos y paramilitares alineados con la Atlántida, hasta los civiles que están bajo el control del Emperador, todos son enemigos.

Complacido por la respuesta, El Barón, simulando estar impactado por el odio en las palabras de su candidata, pregunta:

—¿No has pensado que podría haber una posibilidad de salvarlos? Ya sabes, no asesinarlos y trabajar en una cura.

—No, su majestad —Xitlali responde tajantemente—. Esos fanáticos son un cáncer que envenena la Tierra. Los arxoristas somos la cura que este mundo necesita. Completaremos el plan, reviviremos a Ximéria y el Emperador y todos sus siervos serán ofrecidos a los Dioses Brujos como sacrificio.

—Bien, muy bien, Xitlali. Me complace saber que has aprendido muy bien esa lección. El fanatismo es una enfermedad; nosotros somos la cura.

—Gracias, su majestad. Es grato saber que su reputación como buen maestro le precede.

El profundo desprecio que Xitlali expresa hacia los enemigos del arxorismo, ha sido en parte alimentado por El Barón, su patrocinador como posible sucesor de su tío como futura jinete de la Guerra. Una situación que la motiva a ella a preguntar:

»Por otro lado, aunque aprecio de verdad sus enseñanzas ¿Por qué me escogió a mi como su candidata? Pensé que sería elegida por el Zar Carmesí, ya sabe, él es el líder de los cíborgs de la orden.

El Barón entiende la razón de dicha pregunta. La alianza compuesta por la Orden del Libro Verdadero y la Casa Heigui está compuesta por tres facciones: los cíborgs, comandados por el Zar Carmesí; los vampiros, liderados por los Heigui; y los hechiceros propiamente dichos, bajo la autoridad de El Barón.

—Es cierto, pero nuestra organización no es tan rígida. Si recuerdas, Anabel Tamimi y Heorhiy Nimni son vampiros, pero ellos están bajo la autoridad del Zar Carmesí, no de tu tío. Aunque cada uno de los líderes de nuestra alianza tiene sus gustos a la hora de reclutar a nuestros activos, podemos darnos el lujo de saltarnos esas preferencias de vez en cuando.

Complacida por la respuesta, Xitlali aprovecha para preguntarle al mejor instructor de la orden sobre un tipo de magia que nunca ha podido dominar:

—Su majestad ¿Cómo funcionan las Magias Cósmicas? —ella hace la interrogante, mientras marcha tranquilamente por las calles del municipio rodeada de esferas de agua generadas por su báculo, al tiempo que sus zombis asesinan a todo ser viviente que se atraviese en su camino, y las casas a cada lado son saqueadas y destruidas por la horda de muertos vivientes.

—Para entender su funcionamiento, mi estimada pupila, debes recordar que la Magia de la Creación y la Magia de la Destrucción son representaciones virtuales de los elementos que dieron origen al Big Bang.

Mientras El Barón explica, Xitlali tiene que lidiar con varios paramilitares que la atacan usando hechizos, pero ella los elimina fácilmente con varios disparos de agua comprimida, al tiempo que contempla como se van uniendo a su horda después de su muerte.

—¿La explosión que dio origen al universo?

—Si. La Magia de la Creación es la representación mágica de la materia en su estado más puro; la Magia de la Destrucción es la representación de la antimateria.

Antes de que El Barón continuara con la explicación, entre lo dicho por él, ella repara en un detalle:

—¿Por qué son «representaciones»?

El Barón ríe de orgullo hacia su pupila. La percepción de Xitlali es increíblemente aguda:

—No se te escapa una, ¿verdad? La cuestión es que ambas son partículas de mitegia, que tienen un comportamiento equivalente a la materia pura y la antimateria, pero son mucho más estables.

—No entiendo.

—La antimateria es una sustancia muy inestable y el universo no está hecho para que esta sobreviva por mucho tiempo. Por otro lado, cuando hablamos de «materia en su estado más puro», en realidad estamos hablando de mitegia con unas propiedades muy particulares.

—¿O sea que el mitegia blanco es falsa antimateria y el mitegia negro es extremadamente maleable?

—Efectivamente.

—¿Y qué determina qué tipo de mitegia se extrae de La Fuente?

—No funciona así. Las propiedades de las Magias Cósmicas dependen exclusivamente del hechicero que las use. Por ejemplo, Sebastião usa Magia de la Destrucción porque lo suyo es destruir todo a lo loco; tu tío Protogion usa Magia de la Creación, porque la elaboración de mis hechizos es más complicada.

—A ver si entendí: los hechiceros que usan magia simple pero muy poderosa, obtendrán mitegia blanco; los hechiceros que usan magia más compleja recibirán mitegia negro, ¿correcto, su majestad?

—Completamente, Xitlali. Si eres agresiva, usarás Magia de la Destrucción; si eres analítica, obtendrás la Magia de la Creación.

El mitegia blanco, debido a sus propiedades similares a la antimateria, tiende a reaccionar de forma muy violenta al contacto con la materia, por lo que los hechiceros que lo usan tienden a poseer un estilo de magia con un poder destructivo muy grande, usarán Magia de la Destrucción. El mitegia negro, materia prima de la Magia de la Creación, debido a que es mucho más maleable y poderoso que el mitegia normal, permite a los hechiceros manipularlo de formas tan increíbles en las que el único límite, es la imaginación, por lo que hechiceros con una mentalidad más serena, son los que terminan por recibirlo.

—Pero ¿Cómo puedo aprender a usar una magia cósmica?

Xitlali espera una respuesta, pero se encuentra con un lilim que toma la apariencia de cíclope, un gigante de un solo ojo de seis metros de alto, y armado con un garrote metálico lleno de pinchos afilados. Mientras ella esquiva los garrotazos del cíclope y lo ataca a distancia con sus rayos de agua comprimida, El Barón, ignorante de lo que hace su pupila, explica.

—Controlar las magias cósmicas es algo que solo aquellos con una conexión excepcionalmente fuerte con La Fuente pueden hacer, como las semillas estelares.

El término «semillas estelares» llama la atención de Xitlali:

—¿O sea que Dalila y Lucia podrían aprender a usarla? —pregunta la autómata, mientras observa atónita como el cíclope detiene todos sus ataques con una barrera mágica, al tiempo que se lanza al ataque, blandiendo su garrote, siendo obligada a huir, al ver que su técnica resultaba tan buena que no le daba oportunidad de acercársele.

—Correcto —responde el nephila—. Sus almas han reencarnado muchas veces en diferentes rincones del universo. Esto ha hecho que sus cuerpos de mitegia sean excepcionalmente poderosos. Y puedo asegurarte que lo serán aun más bajo la tutela de tu primo.

El Barón es inundado por una leve sensación de envidia. Aunque no tiene la mejor opinión de Sebastião, a quien considera un chico rebelde e indisciplinado, si admira a André, a quien ve como un líder nato, en especial al ver como ha convertido a dos hechiceras novatas en sus devotas seguidoras, ayudándoles a desarrollar sus poderes para que puedan hacer cumplir su voluntad. Aunque el anciano jerarca confía en las capacidades de Xitlali, por momentos siente que su colega, el Zar Carmesí, es un bastardo con suerte por haber elegido a un candidato con tan buenas perspectivas.

Mientras vuela sobre las casas de Arjona con el cíclope pisándole los talones, Xitlali cambia el tema con otra pregunta:

—¿Y qué hay de los nephilim y sus descendientes?

En el momento en que El Barón inicia su explicación, ella se posa en una calle abierta al sur del pueblo, donde docenas de lugareños se lanzan sobre ella cual horda de zombis, armados con palos, garrotes, machetes y hasta armas láser. Por ello, Xitlali decide «jugar un poco» y hace desaparecer su báculo, para luchar contra ellos en combate cuerpo a cuerpo usando las filosas garras de sus manos y pies.

—Verás, Xitlali, todos los descendientes de los ainírs tenemos la capacidad innata de adquirir el poder de las Magias Cósmicas. Ahora bien, lograrlo es cuestión de qué tan fuerte es tu cuerpo de mitegia. Si puedes acumular suficiente mitegia, sin usar encantamientos, obtendrás la capacidad.

—¿Es todo? —Xitlali levanta la ceja, atónita ante la simplicidad del proceso de alcanzar el poder máximo de la magia. Además, se siente decepcionada por haber acabado con sus enemigos tan deprisa.

—Si —recalca El Barón—. Recuerda que tanto las semillas estelares como los descendientes de los ainírs poseemos cuerpos de mitegia excepcionalmente grandes. Pero recuerda esto, no importa que grande sea tu potencial, si no lo aprovechas, no te servirá de nada.

—¿Qué quiere decir con eso?

—Tus poderes son grandes, Xitlali. Has estado entrenado toda tu vida para fortalecerlos. No deberías tener problemas para alcanzar el poder que buscas.

En ese instante, el cíclope aterriza a pocos metros enfrente de Xitlali, quien vuelve a invocar su báculo y lo ataca con rayos de agua comprimida, los cuales son detenidos por una barrera mágica, al tiempo que nuevos enemigos la atacan de todas direcciones. Algunos son impactados por los rayos de agua comprimida; pero dos de ellos los esquivan y se lanzan con espadas en mano a ensartarla, por lo que ella detiene al que está a su derecha con su antebrazo, y agarra el arma del que está a su izquierda. Ambos reciben una brutal descarga eléctrica que los asesina al instante, al tiempo que el cíclope aprovecha para atacar con su garrote, por lo que Xitlali hace un salto mortal a sus espaldas, cayendo a una distancia segura.

La explicación de El Barón le da una idea que le comunica al instante:

—Lo intentaré entonces. Permanezca en la línea, voy a intentar lograrlo ahora mismo.

Ansioso porque su pupila consiga el poder que ansía, el anciano nephila expresa:

—No se te olvide avisarme cuando lo consigas.

Ella sonríe.

—Así será.

El cíclope corre a toda velocidad hacia Xitlali, por lo que ella se eleva para esquivarlo. Para su sorpresa, su enemigo hace lo mismo, persiguiéndola sobre los cielos de Arjona. Ella acumula mitegia en su cuerpo hasta romper la barrera del sonido.

Su perseguidor le ha perdido la pista. Por ahora.

Ella se detiene a más de cinco kilómetros de altura, mientras acumula el mitegia suficiente para usar una magia cósmica. Para su consternación, puede ver al cíclope elevarse hacia ella a toda velocidad, con su cuerpo rodeado con un aura mística con el color de la sangre. Conforme se acerca más, ella incluso puede ver como la esclerótica roja de su ojo va adoptando un brillo amenazante, que contrasta con la esclerótica oscura, similar al negro del vacío más profundo.

El monstruo tiene sed de sangre, pero debe ser paciente.

Xitlali acumula todo el mitegia que puede sin el uso de encantamientos. Su aura azul va se va haciendo más densa hasta que ella no puede ver a través de ésta, salvo siluetas muy tenues a corta distancia. Siente como el lilim está muy cerca de ella y, aunque carece del instinto de supervivencia, hay algoritmos en su programación que le indican que debe dejar de hacer lo que está haciendo y adoptar otra acción.

Pero ella los ignora. Es el todo o nada.

Repentinamente, el cíclope está tan cerca que puede verlo alzar su garrote, listo a destruirla. Ella piensa en moverse e intentarlo otra vez. Pero entonces:

»Lo logré.

El denso mitegia de Xitlali se pigmenta de una densa oscuridad, no obstante, puede ver claramente a través de éste, como si estuviera detrás de un vidrio polarizado. El cíclope tiene su garrote justo sobre su cabeza, pero ella logra crear una barrera eléctrica justo a tiempo, que lo hace rebotar y retroceder unos pocos metros, como si hubiera golpeado una pared de acero.

»No tengo tiempo para esto.

Ella extiende su báculo y acumula mitegia negro, en forma de esfera de electricidad de unos pocos centímetros de diámetro sobre la punta de éste.

»Luz Oscura: Rayo de la Muerte.

Dicha esfera se transforma en un fino rayo de energía negra, el cual atraviesa el pecho del cíclope, destruyendo su corazón y perforando su columna vertebral hasta salir por su espalda. No teniendo suficiente con eso, Xitlali maniobra un poco su báculo para hacer que su hechizo corte verticalmente al lilim en dos partes, demostrando una saña y sed de sangre que no se corresponde con su expresión serena.

Tras verlo caer, Xitlali contempla como los relámpagos negros surcan su garra izquierda y a través de su cuerpo. El nuevo poder que ahora posee en sus manos la llena de una alegría tal que no puede evitar dejar escapar una tímida risita, la cual no pasa desapercibida para El Barón:

—Por El Cuarteto, ¡¿acabo de escucharte riendo?!

Incluso con todas las modificaciones que Protogion hizo en su cerebro para devolverle las emociones, Xitlali, al ser una autómata modificada por Axtreion para ser un arma sin emociones, apenas si es capaz de expresarlas. Por tal razón, aunque debería estar saltando de la alegría por haber desbloqueado su nuevo poder, solo puede expresar este sentimiento con leves gestos de felicidad.

—Así es, su majestad. Conseguí invocar la Magia de la Creación. El máximo poder de la magia, ahora está en mis manos.

La revelación hace que el nephila suelte una muy satisfactoria carcajada:

—¡Excelente! ¡Sabía que podías lograrlo, Xitlali! Ahora tú podrías llegar a ser tan fuerte como Sebastião.

—¿En serio dice eso? —a Xitlali le resultan difíciles de creer esas palabras.

—¡Definitivamente! Tienes el poder para convertirte en la próxima Jinete de la Guerra. Tu tío debe estar orgulloso de ti.

Las eufóricas palabras de El Barón desvelan su favoritismo y confianza en su candidata, aunque los elogios hacia Protogion le provocan una grata sorpresa, aunque sin saber cómo expresarla, termina soltando un comentario algo brusco:

—Pensaba que le desagradaba mi tío.

Entendiendo las limitaciones de su pupila, El Barón no se molesta con ella, sino que responde educadamente, sin resentimientos:

—Yo desconfiaba de él por ser hijo del Emperador. Pero al ver que su compromiso con nuestra causa es genuino, me di cuenta de que, no importa quien sea su padre, Protogion de Eta Efevrétis es un hombre de palabra. De hecho, es algo que tú tienes en común con él.  

—¿Usted cree eso? —pregunta Xitlali mientras concentra la humedad del ambiente en esferas de agua, las cuales se van cubriendo de mitegia negro, tan denso que, al combinarse con el agua, dan la impresión de que esta autómata estuviese manipulando su propia sombra.

—Definitivamente, Xitlali. Ambos descienden del Emperador de los Atlantes, ambos usan Magia de la Creación, y ambos tienen una gran pasión por la ciencia. Si no fuera porque el imbécil de Axtreion es tu ancestro, juraría que eres su hija.

Mientras El Barón explica, docenas de paramilitares atacan a Xitlali con sus armas de fuego, solo para ver como sus disparos son absorbidos por las esferas de agua negra.

—Muchas gracias, su majestad. Él ha sido para mí el padre que nunca tuve, y estoy muy agradecida con los Heigui por acogerme como una más de ellos —responde Xitlali con gran felicidad, mientras que dispara rayos de agua comprimida desde las esferas de agua negra que perforan las cabezas de sus atacantes. Pese a su estado de ánimo, solo logra exteriorizarlo con una sonrisa leve.

Al caer sus enemigos, ella hace chocar la base de su báculo contra el piso y los caídos por su mano, se levantan como zombis bajo su control.

Cuando pensaba cortar la comunicación con El Barón, ambos escuchan una gran explosión a pocos metros de distancia que los pone en estado de alarma. De hecho, el anciano nephila, preocupado por su pupila no tarda en preguntar:

—¡¿Qué fue eso?! ¡¿Estás bien?!

—Por ahora —responde la nicaragüense, con cierta inflexión en su habla—, pero unos cuantos refuerzos no vendrían mal.

El nephila descifra las señales verbales que le envía su pupila y de inmediato asume que está preocupada, por lo que pregunta:

—¿Por qué lo dices? ¿Qué pasa? ¡¿Dime, Xitlali?!

Para no preocuparlo más, ella opta por dejarlo en la incertidumbre:

—No se preocupe, su majestad, le llamo después. Lo prometo.

La comunicación se corta y la autómata frunce el ceño. Alguien de su pasado se encuentra justo enfrente de ella.

—Es un hecho: si quieres hacer algo bien, hazlo tú mismo. Y pensar que invertí tanto tiempo y dinero en preparar a Misael para matarte, solo para encontrarme con este fracaso.

—Axtreion de Iota Polemistís —Xitlali pronuncia el nombre del hombre frente de ella con desgano—. ¿Qué hacés acá?

El nephila ríe y la señala desafiantemente:

—¿No es obvio? He venido a castigarte por tu traición.

—Lo siento, pero no estoy de acuerdo.

Sin que Axtreion se dé cuenta, el lilim cíclope que Xitlali asesinó hacía unos minutos, es revivido como un zombi, listo a destruir al enemigo de su ama con su garrote.

Pero en un alarde de poder, el nephila invoca una serie de ráfagas de viento cortante, sin moverse, con las que descuartiza al desdichado lilim, sacándolo definitivamente de su miseria.

Al ver algunas de las vísceras del cíclope caer cerca suyo, Axtreion deduce que se trata de un lilim que ella revivió, algo que lo hace exclamar:

—¡¿Nigromancia?! Jamás pensé que Protogión pudiera crear un arma capaz de revivir a los muertos y masificarla entre sus soldados. Ese bastardo nos ha causado nada más que problemas.

Xitlali ríe en sus adentros. Aunque la suposición de Axtreion de que ella puede usar magia para revivir a los muertos es gracias al báculo de nigromante que porta, es correcta; su conclusión de que fue creado por Protogión, debido a su uso por las fuerzas especiales brasileñas, es totalmente errónea.

Pero no será ella quien le haga caer en su error:

—Si, ha sido mi tío el que me ha proporcionado esto y muchas mejoras más.

Axtreion suelta una sonora carcajada, mientras invoca su arma:

—Hace un momento, asesiné a un tipo que creyó que podía ganarme. Admito que fue muy divertido luchar contra él, pero no era un dios.

El ego inflado del nephila lo hace revelar el detalle —implícitamente— de que él asesinó a uno de los refuerzos que Xitlali esperaba con ansias. Y sin señales de más apoyo, está consciente de que tendrá que enfrentar a su ancestro por su cuenta.

Por ello, no duda en invocar a sus zombis, invocar su aura oscura, la cual irradia la confianza en sus nuevos poderes y que no duda en restregar sobre el nephila:

—Sigue clamando tu falsa divinidad, Axtreion. Fallaste en matarme a mí y a mi primo Sebastião, así que me encargaré de enviarte a La Fuente en honor al doctor Metreveli. Que los Dioses Brujos devoren tu alma por todo lo que me hiciste.

Las palabras de la nicaragüense desconciertan a Axtreion. El tono de su voz deja escapar no solo el profundo odio que ella le tiene; también revela un sentimiento que nunca había visto en ella: confianza.

Pero esto no lo intimida:

—¿Dices que vas a enviar mi alma a La Fuente?

Él se cubre de una brillante aura blanca. La traidora arrogante debe sufrir un castigo ejemplar:

»Yo digo que no.

El inevitable choque entre el príncipe atlante y la desertora insurrecta ha dado inicio.

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[1] En georgiano (ხანძარი: განადგურება) «Fuego Fatuo: Aniquilación».

[2] En griego (Θεϊκή Παρουσία) «Presencia Divina».

[3] En georgiano (ხანძარი: აღსრულება) «Fuego Fatuo: Ejecución»

[4] En georgiano (ხანძარი: კამარის სული) «Fuego Fatuo: Alma de Kamar». Kamar es una diosa de la mitología georgiana e hija de Ghmerti, señor del cielo y rey de los dioses del panteón georgiano. Su aspecto es el fuego sagrado del Sol.

[5] En georgiano (ხანძარი: კვესკნელი) «Fuego Fatuo: Kveskneli». En la cosmogonía georgiana, Kveskneli es el inframundo, siendo este el hogar de todos los monstruos que asolan la Tierra. Tras la evangelización amenista, se asoció este nombre con el infierno.

[6] En georgiano (ხანძარი: მამბერი შუაგული) «Fuego Fatuo: Prole de Mamber». Mamber es el dios georgiano de los lobos, aunque también se lo asoció con la agricultura. Con la evangelización amenista, se lo asoció a San Teodoro de Amasea, un santo guerrero de dicha religión.

[7] En georgiano (ხანძარი: ღმერთის რისხვა) «Fuego Fátuo: Ira de Ghmerti». En la cosmogonía georgiana, Ghmerti era el rey de los dioses y habitaba en el Zeskneli (ზესკნელი) el mundo superior, que tras la evangelización amenista del país, se lo asoció con el Cielo, al tiempo que Ghmerti pasó a ser un análogo de Yaldabaoth, el dios amenista.

[8] En griego (Ακτίνα Θείας Δόξας) «Fogonazo de la Gracia Divina».

Cruz de la Anarquía, símbolo de la religión arxorista
Mapa del Departamento de Bolívar (Colombia). Nótese la cercanía de los municipios de San Juan Nepomuceno y Arjona con Cartagena.




21-DIOSES Y MONSTRUOS

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