«Mi mente es un software. Ha sido programada»
Ciudad de Panamá, año 2040.
El talento innato es visto por
muchos como un privilegio, pero no para Juliana Velásquez. Nacida en Nicaragua,
en julio del 2030, no solo nació con el don innato de usar magia —siendo esta
la razón de su larga cabellera celeste, que recorre toda su espalda—, sino que
también es miembro de la poderosa Casa Velásquez, rama subsidiaria de la
familia imperial atlante.
No obstante, la suma de estas enormes
bendiciones ha sido una maldición para Juliana. Desde muy joven, fue obligada a
usar sus poderes para combatir a los enemigos de su familia, pero esa no es la
vida que quiere: esta niña de diez años solo anhela una vida normal, ir al
colegio, tener amigas y divertirse. Pero sus padres han insistido en someterla
a rigurosas sesiones de entrenamiento, de hasta tres horas, las cuales busca
evadir las pocas veces que puede hacerlo.
Exasperados por su rebeldía, sus
padres decidieron acudir ante el patriarca de la familia, un miembro prominente
de la corte atlante, quien resolvió cortar el problema de raíz:
—Eso, Juliana, eso. ¡Pelea, usa tus
poderes y gánate tu lugar en esta familia, o alimenta mis mascotas y muere de
una puta vez! —vocifera y ríe con soberbia el patriarca Axtreion, sentado en un
trono de plata sobre las gradas de su circo privado.
Ubicado en el interior de una
mansión de la capital panameña, su circo está compuesto por una arena
cuadriculada de doscientos metros de diámetro, con paredes ensangrentadas de
rugoso hormigón gris de más de treinta metros de alto, que separan a los más de
mil espectadores que llenaron el recinto para ver a una hechicera natural —la
joven Juliana—, pelear a muerte contra las mascotas de Axtreion: cuatro lilims
entrenados por su amo en persona, con el único propósito de ser máquinas de
matar.
Ante semejantes enemigos, la
nicaragüense ha tenido que hacer gala de todo su repertorio, dando un brillante
espectáculo a los presentes, que se emocionan al ver a los contrincantes
derrochar poder y talento mágico.
Pero incluso así, la desventaja
numérica se hace sentir. Uno de los lilims, transformado en un hombre lobo de
dos metros de alto y con largos pinchos en su espalda —forma que recuerda al
infame chupacabras—, agarra con sevicia a Juliana de su vestido azul y la lanza
contra la pared occidental del circo, dejando una grieta en la misma. El
cansancio y la desesperación motivan a la niña a suplicar por su vida:
—Lord Axtreion, ¡por favor pare
esto! Haré lo que sea, pero por favor, ¡no quiero matar a nadie!
Pero de su patriarca solo recibe
una insensible negativa:
—¡NO! ¡Ganarás tu lugar en mi
familia, o serás sustento de mis mascotas! Es el todo o nada. ¡Ganas o mueres!
La sensibilidad nunca ha sido el
rasgo dominante entre los nephilim, la especie de inmortales que compone la
corte imperial de la Atlántida. Pese a que Axtreion de Iota Polemistís tiene
más de doce mil años de edad, luce como un adulto en sus cuarentas. Desprovisto
de cabello, tiene piel bronceada, porta con orgullo una prominente barba azul
oscuro que, junto a su contextura fornida, uniforme militar de gala plagado de
medallas, temibles ojos púrpura —rasgo característico de los nephilim y sus
descendientes— y gran altura, le otorgan un aire imponente, digno de un ser que
se ve a sí mismo como un dios que camina sobre la Tierra, para el que la
palabra «piedad» no hace parte de su diccionario.
La negativa del nephilim tentó a
Juliana a buscar ayuda entre los asistentes, pero un rápido análisis demostró
que eso sería un ejercicio inútil: no había una sola expresión de rechazo o
lástima hacia ella, todos estaban eufóricos por ver sangre, ya sea la de los
lilims o de la niña de diez años que fue literalmente enviada por sus padres al
matadero.
Nadie acudiría en su apoyo. Si
quiere salir de esta, deberá hacerlo sola.
—Has peleado bien, niña. Pero este
es el fin del camino. —expresa altivamente una lilim con forma de dinosaurio
raptor, de tres metros de largo, adornada con vistosas plumas multicolores y
armada con largas garras en manos y pies, así como hileras de filosos dientes,
que ella desea hincar en la tierna carne de su presa.
—¡Te equivocás, monstruo! ¡Este es
su final!
La valiente réplica de Juliana fue
seguida por el choque de sus codos contra la pared, de la cual emergieron
potentes corrientes de agua dirigidas contra sus enemigos. Su estrategia,
consiste en usar estas corrientes de agua para aplastarlos contra la pared o,
si es posible, ahogarlos.
Por muy fuertes que sean los
lilims, las corrientes son demasiado caudalosas como para que puedan moverse.
El pánico empieza a inundarlos y la nicaragüense siente puede ganar la batalla…
—Phew, eso estuvo realmente cerca.
Realmente pensé que iba a morir, oink, oink. Pero ahora tengo más hambre que
nunca, oink, oink. —dice aliviado un lilim con forma de hombre cerdo de dos
metros de alto, con largos colmillos que sobresalen de su boca cual jabalí, y
un insaciable apetito por carne humana.
Los esfuerzos de Juliana fueron
infructuosos. Tras luchar contra los lilims por más de media hora, sus fuerzas
se están agotando y ya no puede desplegar hechizos de tal magnitud. Una
debilidad que los monstruos no tardan en notar.
Los cuatro se lanzan en tropel,
pero es la lilim dinosaurio quien toma la delantera y, emulando a los raptores
de la prehistoria, se lanza con las garras de sus pies al frente. Pero Juliana
aún tiene un as bajo la manga: ella genera una descarga eléctrica de sus manos,
que empuja a la reptil hasta el centro de la arena.
Con sus fuerzas menguando, la niña
salta a toda velocidad hasta ubicarse a más de cien metros sobre la arena,
hasta quedarse suspendida en el aire y crear una esfera de plasma, que llega a
crecer a más de un metro de diámetro.
Pero cuando estaba a punto de
lanzarla, el lilim chupacabras salta sigilosamente a sus espaldas y le lanza
una fuerte patada de talón en el hombro, mandándola directamente hasta el
suelo. Si cae desde esa altura, morirá instantáneamente.
Juliana tuvo que usar la energía acumulada
para crear una descarga eléctrica que amortiguó enormemente su caída, pero que
igual resultó muy dolorosa. No más intenta pararse, ve al lilim chupacabras
listo a caerle encima. Ella rodó en el suelo hacia su derecha y se levanta lo
más rápido que pudo, consiguiendo esquivar por centímetros las patas del
monstruo, quien la castiga con una patada lateral, justo en el rostro, que la
manda a volar más de cinco metros y destroza su nariz.
La nicaragüense, con más ímpetu que
fuerzas, se levanta en pocos segundos. Pero antes de su contraataque, una lilim
con forma de hada, de tan solo 1,40 metros de altura, le lanza un feroz gancho
de derecha que la eleva más de dos metros y la hace escupir sangre.
Estando en el aire, toma los brazos
de Juliana y, apoyando sus pies en el pecho de la humana, arranca sus brazos,
haciendo que ella caiga de espaldas en el suelo.
Convencidos de que ese fue el
esfuerzo final de la nicaragüense, los lilims se agolpan cual buitres alrededor
de su moribunda presa, contemplando como ella se desangra hasta morir.
—Bueno, fue bueno mientras duró ¿no
lo creen, chicos? —Interpela la lilim hada, mientras lanza los brazos de su
víctima al aire, siendo el lilim cerdo quien los devora en pocos mordiscos,
acto que inundó de ira a la lilim dinosaurio:
—¡¿QUÉ DEMONIOS TE PASA, CERDO
ASQUEROSO?! ¡ESO ERA MÍO!
—¿De qué hablas lagartija, oink,
oink? —responde con malicia el porcino—. Yo me los comí primero.
Mientras sus verdugos discuten,
Juliana murmura palabras que no interesan a los lilims. Ellos solo se imaginan
en las docenas de formas como devorarán su manjar.
—¡¿A QUIÉN LLAMAS LAGARTIJA?!
—¿Acaso hay otro reptil por aquí?
Chicos ¿conocen alguno?
El chupacabras y el hada responden
con negativas. No tienen intenciones de involucrarse en sus recurrentes
rencillas que, en este caso, degenera en una batalla campal cuerpo a cuerpo,
que anima aún más a los espectadores. El chupacabras y el hada ignoran a
Juliana para observar la riña entre el hombre cerdo y la chica dinosaurio, y
aprovechan para apostar cuál de los dos se llevaría la victoria.
Tras luchar por más de cinco
minutos, ninguno de los monstruos se percató del charco de agua que ahora se
extendía por toda la arena. Todos, excepto el hada…
—¡Chicos! ¡Dejen de pelear de una
maldita vez!
Pero cuando se dio cuenta, ya era
demasiado tarde. Su suerte estaba echada…
—¡SANGRE A TLÁLOC[1]!
Del cuerpo de Juliana se desata una
potente descarga eléctrica que, gracias al agua, se extiende por toda la arena.
Los lilims son castigados por más de dos mil voltios que desgarran sus músculos
y paralizan sus corazones. Al caer inertes al suelo, sus transformaciones se
deshacen, revelando que los cuatro solo eran niños, no mayores de diez años.
El bautizo de sangre de la
nicaragüense fue un éxito rotundo. Axtreion y los demás espectadores se
levantan de sus asientos y aplauden sonoramente a la joven Velásquez, quien ha
perdido tanta sangre que termina por desmayarse.
Aunque no estaba destinada a morir
ese día, el nephila se encargó de matar para siempre la inocencia de Juliana,
dejando profundas marcas en su consciencia que perdurarán por el resto de su vida.
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«Mi cuerpo es un cascarón. Ha sido
reemplazado»
15 de marzo del año 2044.
La tecnología médica ha mejorado
enormemente a lo largo del siglo XXI. Incluso es posible reconstituir miembros
amputados, si estos no han pasado demasiado tiempo separados del cuerpo. No
obstante, para aquellos que buscan aumentar sus habilidades, siempre existe
otra opción…
—Esto fue demasiado fácil. Este
monstruo ni siquiera puede matar mi aburrimiento. —dice Juliana sin expresar
emoción alguna, tras romper el cráneo de un lilim león de tres metros de alto
con un solo puño de martillo.
Tras su combate en Ciudad de
Panamá, sus brazos fuesen reemplazados por implantes cibernéticos para salvarle
la vida. La sensación de poder que le dieron al mejorar notablemente su
desempeño en batalla motivó a que ella exigiera cada vez más implantes,
resultando en que el 90% del cuerpo de la joven Velásquez es ahora artificial,
convirtiéndola en un cíborg.
—Ese era uno de mis mejores lilims.
Has progresado mucho desde la primera vez que viniste a mi circo. Ya no puedo
retenerte por más tiempo. —sonríe Axtreion, mientras contempla orgulloso la
victoria de su descendiente desde su asiento favorito.
Impresionado por su victoria, el
nephila ordenó a sus padres que él se encargaría de la custodia de la niña.
Bajo su tutela, fue sometida a toda clase de brutales entrenamientos
—principalmente combates a muerte contra otros hechiceros y lilims— que,
combinados con el progresivo reemplazo de todo rastro de humanidad en ella,
endurecieron su consciencia. Ya con catorce años, prácticamente no queda rastro
alguno de la chica «rebelde» que quería una vida normal; la Juliana actual, fue
moldeada para ser un arma de guerra al servicio del Imperio de la Atlántida.
El nephila baja de su trono con un
salto, hasta aterrizar a pocos metros de Juliana, quien instintivamente se pone
de rodillas en su presencia, gesto que lo llena de satisfacción y lo lleva a
expresar:
—Bien, hija mía, muy bien. Es hora
de que uses tus poderes al servicio de este imperio. Tu dios te lo ordena.
—¿Cuál es su orden, Lord Axtreion?
—pregunta Juliana, inclinándose en su presencia. Ella ha aprendido a ver a su
ancestro no solo como el patriarca de la Casa Velásquez, sino como una deidad
digna de reverencia.
—Mi hermano Protogion cree que
puede arrebatarme mis dominios. No dejaré que use a sus aberraciones para poner
en marcha sus ambiciones delirantes. ¡América Central es mía! —el nephila
despotrica rabiosamente contra su pariente, pero no entrega instrucción alguna
a su pupila.
—¿A quién debo asesinar? —Juliana
exige sutilmente a su ancestro que vaya al grano. Ella sabe lo que quiere, pero
si se queda escupiendo insultos y lanzando su retórica vacía, no hará
absolutamente nada.
Axtreion atiende la súplica de la
joven y muestra las fotos de dos adolescentes, uno de facciones asiáticas y
otro de facciones mediterráneas. Llamaba la atención que ambos tienen ojos
púrpuras, igual que ella; evidentemente eran descendientes de un nephila.
—Sus nombres son André y Sebastião Heigui. Su existencia representa el desafío de Protogion al Emperador. Ellos
están haciendo contactos con grupos rebeldes por toda la región y, es posible
que estén detrás del origen del Frente Morazanista. La Casa Velásquez no puede
tolerar la existencia de esos monstruos en esta región.
Para gobernar al mundo desde las
sombras, el Emperador de los Atlantes dividió la Tierra en diecisiete regiones,
cada una dirigida por un nephila, que usa a sus descendientes humanos para que
la gobiernen de manera más directa. Por orden imperial, Axtreion ha quedado a
cargo de América Central y ha ayudado a que su progenie, la Casa Velásquez,
tengan el control absoluto de las instituciones de la región, convirtiéndola
prácticamente en su propiedad.
—¿Dónde se encuentran, mi señor?
—Irás a Honduras. No te será
difícil localizarlos allí. Encuéntralos y mátalos. Ten especial cuidado con
Sebastião. Su existencia es una amenaza a los designios del Emperador y debe
ser exterminado a como dé lugar.
—No regresaré hasta que traiga su
cabeza. —Juliana declara solemnemente. Ella se pone de pie y sale caminando del
circo, rumbo a cumplir la orden de su señor.
—¡Haz lo que tenga que hacerse! No
te contengas, no titubees y, cumple con el mandato que te he dado. —exige el
nephila a su pupila.
Mientras la ve irse, Axtreion
siente gran orgullo por sí mismo por el trabajo que hizo con Juliana. Él tiene
grandes esperanzas y planes para ella. Si logra cumplir su primera misión,
estas podrán materializarse. Si falla, no importará, ya que siempre puede
reemplazarla con alguien más.
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25 de marzo del año 2044.
A diferencia de otros países de
América Central, Honduras no responde a los intereses de la Casa Velásquez.
Desde el año 2038, el país se halla regido por una alianza entre militares y
rebeldes extranjeros conocida como el Frente Morazanista —en honor a Francisco
Morazán, el prócer que buscó la unidad de Centroamérica en el Siglo XIX—, que
se ha encargado de atacar los intereses atlantes en todos los frentes.
Nacionalizaciones, purgas, juicios revolucionarios y una política exterior
independiente de la directriz imperial, han logrado neutralizar la influencia
atlante sobre el país en menos de cinco años.
Temiendo un efecto contagio
en toda la región, Axtreion no ha escatimado en esfuerzos para aplastar a los
morazanistas. Ha promovido la financiación masiva de numerosos grupos rebeldes
ha provocado una violenta guerra civil, que ya lleva cuatro años de duración y
en la que ya hay más de veinte mil muertos y contando. También ha incitado
sentimientos revanchistas en El Salvador, tendientes a completar la tarea
pendiente tras la Guerra del Fútbol de 1969: ocupar territorios del país
vecino, para aliviar su sobrepoblación endémica.
Esta guerra de dos frentes ha
llevado al país al borde de la anarquía, convirtiendo al país centroamericano
en el más peligroso del mundo, donde incluso se llega a decir que «es más fácil
recibir un disparo que un saludo».
—¡Por el Cuarteto! Sebastião,
¿Cuándo será el día en que no destruyas todo a tu paso? ¡Esto no nos hubiera
pasado si me hubieses dejado hablar! —protesta André, exasperado por la falta
de autocontrol de su hermano mayor, mientras se halla sentado con las piernas
cruzadas sobre un tanque parcialmente congelado.
—¿Es una broma? ¡Estos idiotas iban
a arrestarnos! Destruir su base es una retaliación más que justa. —replica el
mayor de los Heigui, rebotando la indignación de su pariente con desdén y
sentado sobre una pila de cadáveres carbonizados de dos metros de alto. Las
opiniones de su hermano menor le tienen sin cuidado; está convencido de tener
la razón.
Los jóvenes vampiros —el mayor de
14; el menor de 12— se hallan en una base llena de edificios congelados,
ubicada en una zona montañosa en medio de la selva, la cual contaba con más de
tres mil hombres, equipos modernos que serían la envidia de muchos ejércitos
del planeta y, suficiente artillería como para convertir a las ciudades más
grandes de Honduras en escombros.
—Sí, lo sé, eso lo entiendo
—replica André, intentando conciliar su opinión con la de su hermano mayor—.
Pero lo que digo es, no tienes que resolverlo todo quemando a la gente. Si me
hubieras dejado hablar, no habría sido necesario usar la fuerza.
Pero Sebastião siente que las
intenciones de su hermano resultan ridículas y vuelve a la carga:
—¡¿Y qué les ibas a decir?! «Hola,
somos dos vampiros y tenemos una cita con un comandante del Frente Morazanista
para mañana. ¿Podrían decirnos como llegar a San Pedro Sula? Es que nos
perdimos en medio de la selva y no sabemos cómo llegar». André, eres mi hermano
y te quiero mucho, pero te pasas de ingenuo.
—No es ingenuidad— responde André,
con voz baja y firme—, se trata de usar la cabeza y pensar antes de actuar. La
sutileza es más eficiente que la fuerza bruta.
El tono de su habla hizo caer en
cuenta a Sebastião que había colmado su paciencia. Aunque sea impaciente y
violento, jamás podría concebir el pelearse con un miembro de su familia, mucho
menos con André, uno de los pocos que puede hacerlo entrar en razón:
—Ya, está bien hermanito. No era mi
intención que te molestaras. ¿Me disculpas?
—De acuerdo, Sebastião. Te disculpo
—replica André con una leve sonrisa y tono más ameno—. Ahora que caigo en cuenta,
creo que este era el ejército que decían iba a invadir San Pedro Sula y que los
morazanistas nos pidieron encontrar, así que terminamos haciéndole un favor a
nuestros aliados después de todo.
Con lo que los rebeldes nunca
contaron, fue que los vampiros se toparan con su base por accidente. Ya que
Sebastião suele viajar volando, usando sus poderes mágicos y confiando solo en
su intuición para guiarse, terminaron por perderse. Así que, a sugerencia de
André, decidieron bajar a preguntar si estaban cerca de su destino, creyendo
que se trataba de una base del ejército morazanista. Los rebeldes, ni cortos ni
perezosos, de inmediato sospecharon de este par de adolescentes, vestidos como
gánsteres y viajando de noche en medio de la selva del país más peligroso del
mundo.
—¿Así que admites que esta vez tuve
razón en quemarlos a todos? —pregunta el hermano mayor entre risas.
—No tengo nada en contra de esa
conclusión. —sentencia el hermano menor.
El intento de arresto ofendió a
Sebastião, quien de inmediato empezó a incinerar todo a su paso, obligando a
André a unirse a la batalla para apoyarlo y evitar que el fuego se extendiera
por la selva. Pese a la obvia desventaja, el poder de los hechiceros vampiros
fue demasiado para un ejército de humanos sin poderes. Pasada la media hora de
combates, las únicas almas en la base eran las de los dos Heigui que, sin
saberlo, salvaron a San Pedro Sula de un brutal asedio que hubiera dejado miles
de muertos y la segunda ciudad de Honduras en ruinas.
—De cualquier forma, ¿Cómo vamos a
llegar? O sea, es de noche y ni siquiera sabemos a dónde ir. —pregunta
Sebastião con cierta preocupación, mientras se desliza por la pila de cadáveres
y baja como si estuviese en un tobogán.
—De hecho, sí. Recuerda que estamos
en una base militar. Si buscamos un poco, seguramente encontraremos un mapa con
el que podremos guiarnos. —responde André, mientras mira a todas partes,
buscando un sitio por dónde empezar a buscar.
Pero esta búsqueda no se inicia, ya
que sin que nadie lo esperase, alguien desciende a toda velocidad hasta posarse a más de diez
metros de los vampiros. Esta chica, de cabello celeste y ropa ajustada de
combate totalmente negra, llama la atención por su mirada: los hermanos
cruzaron miradas con ella y sintieron una misteriosa sensación de vacío, como
si su alma hubiese sido arrancada de su cuerpo.
Sebastião cubrió sus puños de fuego
y se sintió tentado a atacar, pero André le hizo una seña que lo hizo desistir.
Esta vez, el hermano mayor se deja guiar del menor, quien de inmediato
pregunta:
—¿Quién eres? ¿Y qué nephila es tu
ancestro?
La chica posa sus ojos púrpuras en
su interlocutor y con voz monótona, responde —Soy Juliana Velásquez de Iota.
¿Eres André Heigui de Eta?
—Debí suponerlo —André sonríe tras
saber que su presunción era cierta—. Así que el «dios calvo» te transformó en
una tostadora ¿no es así?
La chica ignora el comentario
insultante contra su dios —que contagió a Sebastião de un ataque de risa— e
insiste:
—¿Eres André Heigui de Eta?
—No. —el vampiro responde con
ironía.
Convencido por su forma de hablar
de que esa chica no era más que una máquina sin mente, André esperaba que ella
saliera volando tras su respuesta. Pero ella no responde con palabras, sino con
un rayo de plasma despedido de su brazo, el cual André apenas si logra esquivar
saltando del tanque y quedando suspendido más de veinte metros en el aire.
Iracundo, Sebastião lanza una
potente llamarada de un puñetazo, contrarrestada por la chica con un escudo de
agua, que apagan las llamas del vampiro.
Armado con dos katanas de hielo,
André se lanza al ataque contra Juliana, quien contraataca con una patada
giratoria de talón, que destruye sus espadas, golpea su rostro, y lo manda a
volar casi cinco metros hasta que cae de lado al piso.
El hermano mayor continúa lanzando
frenéticas ráfagas de fuego, pero sus esfuerzos son inútiles: la ciborg
contrarresta todos sus ataques con su escudo de agua mientras él no nota que
ella se va acercando hacia él.
Sebastião intenta lanzar otro
puñetazo de fuego, pero Juliana agarra su mano derecha, apagando sus llamas. Él
intenta atacar con su otro puño, pero es contraatacado por un cabezazo de ella
que lo aturde, dejándolo vulnerable para una patada lateral directo a su barriga,
que lo hunde en la pila de cadáveres que él mismo creó.
Convencida de no haberlo destruido,
la cíborg carga un rayo de plasma desde su mano izquierda. Justo antes de
disparar, divisa un rayo de hielo dirigiéndose hacia ella, obligándola a lanzar
su ataque contra este.
—André Heigui de Eta, eres
persistente, pero tus esfuerzos son en vano. La resistencia es inútil. —expresa
Juliana, mientras ve como su rayo de plasma choca con el rayo de hielo de su
enemigo.
Aunque su voz no expresa emociones,
el vampiro percibe cierto disgusto en la cíborg. Esto resulta irónico para él y
lo motiva a decir —¡Pero qué sorpresa! ¡Eres una tostadora con problemas de
rabia!
Súbitamente, Juliana aumenta
considerablemente el poder de su rayo de plasma, el cual gradualmente va
derritiendo al rayo de hielo del joven Heigui. Sus comentarios hacia ella
solo han logrado hacer emerger un sentimiento, que creía había abandonado: la
ira.
—André Heigui de Eta, prepárate
para ser borrado de la existencia.
El vampiro percibe el odio desatado
en la voz de la cíborg, mientras él se va quedando sin fuerzas. Sin embargo, la
falta de inflexión en su voz, solo la hace más inquietante.
Justo cuando André estaba a punto
de perder la batalla, Sebastião, envuelto en un aura de fuego blanco, sale
disparado a toda velocidad hacia Juliana, quien crea una corriente de agua con
su mano derecha, tan comprimida que podría cortar la superficie del acero.
—¿Qué?
Para su sorpresa, el agua se
evapora al hacer contacto con el vampiro, que le propina un violento puñetazo,
provocando que su rayo de plasma salga disparado al aire, pero solo consigue
descolocarla de su posición.
Juliana intenta un contraataque con
su Magia de Agua, pero Sebastião continúa el castigo, un puñetazo tras otro de
los cuales no logra defenderse. Su rostro inexpresivo ante la andanada de
golpes solo hace enfurecer aún más al vampiro que, con un fuerte derechazo,
envía a la cíborg hacia un tanque congelado, que se desarma cual pared de
ladrillos que caen encima de ella.
Una explosión mágica expulsa las
piezas del tanque a todas direcciones. Mientras André las esquiva, las que caen
cerca de Sebastião se derriten antes de tocarlo. Juliana calcula que el fuego
blanco del vampiro ha aumentado la temperatura de su fuego mágico a más de 500
grados centígrados, rebasando el punto de ebullición del agua. Si quiere
matarlos, tendrá que usar otra estrategia.
Ella intenta salir volando, pero un
rayo de hielo congela sus pies, impidiéndole elevarse. Está a merced del Heigui mayor, que hunde su puño izquierdo en su barriga y, con furia
incontenible, le dedica unas últimas palabras:
—Nada vence al poder sin límites,
insecto.
El vampiro saca su puño de la
barriga de Juliana, y ella se enciende en llamas blancas cual muñeco de año
viejo. Toda la maquinaria implantada en su anatomía la hicieron inmune al
dolor, pero no pueden salvarla del devastador poder del fuego estelar de
Sebastião, quien sonríe con petulancia mientras su enemiga colapsa.
Incluso en sus momentos finales,
ninguna emoción queda plasmada en su rostro.
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«La muerte es una enfermedad. Ha
sido curada»
Tras su batalla en las selvas de
Honduras, el cuerpo de Juliana ha sido llevado a un cilindro de estasis,
ubicado en el centro de una cámara circular, donde el blanco es el color
dominante. Sin embargo, las numerosas líneas luminosas que recorren sus paredes
en patrones irregulares que cambian a diferentes tonalidades de azul, rompen
con la imagen de pureza inmaculada y le dan un aspecto sicodélico, cual guarida
de un científico loco.
Sin saber qué pasó ni cómo llegó
hasta allí, ella se halla inmovilizada dentro del cilindro, incapaz de moverse
y confundida, pero perfectamente capaz de escuchar las voces de las tres
personas que la observan. Dos de ellos le resultan familiares; del tercero no
tiene la más remota idea sobre su identidad.
—Se siente extraño, ¿no lo crees?
Regresar de la muerte. Siempre me he preguntado qué sienten las almas que son
rescatadas de la Fuente y devueltas al mundo de los mortales. —explica el
hombre misterioso con gran pompa, mientras observa con fascinación el cuerpo de
Juliana, cuyo esqueleto artificial se halla al descubierto, a excepción de su
rostro.
—¿De qué habla? ¿Quién eres vos?
¿Dónde… estoy? —Juliana rebota la pregunta, ya que sus conceptos le eran
totalmente desconocidos. Pero ella quedó aún más anonadada al ver que, para su
sorpresa, de su boca no salió su usual voz monótona y vacía; su asombro se
percibía de forma más evidente. Y su acento nicaragüense había regresado. ¿Qué
le había pasado?
—Por favor, qué clase de modales
son los míos. Antes que nada, te encuentras en mi laboratorio principal. Hoy,
es 2 de marzo del año 2046, así que han pasado más o menos 2 años desde que te
mataron en Honduras. Fui yo quien te devolvió una parte de tus emociones.
Axtreion mandó a hacer un trabajo terrible con tu cerebro al alterar tus
terminaciones nerviosas. Por eso no podías…expresarte con libertad. Yo arreglé
todo lo que pude mientras te construía un cuerpo nuevo, pero me temo que eso
arruinó para siempre tus posibilidades de que seas humana de nuevo. —explica el
hombre misterioso.
Su evidente frustración conmueve a
Juliana. Ella sabía que con cada implante que pedía a su amo nephila, una
parte de su humanidad era devorada por la maquinaria que entraba en su cuerpo,
pero la sed de poder que le inculcaron, la cegó. Ahora que puede ver las cosas
con un poco más de claridad, se arrepiente de haberse dejado llevar por su
familia. Su sueño de vivir una vida normal ha quedado muerto para siempre.
—Pero ya basta de lamentos, que no
es nuestra hora de morir. Estoy seguro de que quieres saber quién soy yo y por
qué hice lo que hice. Pero no te preocupes, te daré pistas. ¿Estás de acuerdo?
—replica el hombre misterioso con una sonrisa pícara, quién tras chasquear sus
dedos, hace sonar una música de suspenso, mientras sus acompañantes solo
sonríen disimuladamente.
Sus actos le resultaron extraños a
Juliana: estrambótico, chiflado y por momentos, arrogante; pero a su vez, ameno
y carismático. La empatía que sintió por este extraño era algo que nunca había
experimentado en su vida, rodeada de personas que solo le decían qué hacer y
con las que nunca formó vínculo afectivo alguno. En virtud de ello, la
nicaragüense decide seguirle el juego:
—¿Qué debo hacer?
El hombre misterioso hace un gesto
de euforia con sus brazos y grita —¡Siii! —para súbitamente adoptar un ademán
de seriedad y preguntar —Muy bien, al grano. ¿Puedes adivinar mi identidad?
—No lo sé. Deme una pista. —Juliana
responde amablemente.
—Entiendo —el hombre misterioso
hace una mueca de frustración—. ¿Recuerdas a los chicos que están a mi lado?
—Son André y Sebastião Heigui.
¿Qué hacen aquí?
—Es bueno saber que sigues viva,
prima. —expresa André con una sonrisa amena. Él está feliz de que ella haya
regresado de la muerte, gesto incomprensible para Juliana. ¿Qué acaso no eran
enemigos?
—Agradece a mi hermano por
salvarte. Si por mi fuera, habría dejado que te oxidaras en la selva. Pero él
dijo que un talento tan valioso no puede ser desperdiciado. ¡Así que no hagas
que me arrepienta de hacerle caso! —manifiesta Sebastião con odio visceral.
Ella entiende que sus palabras no son solo alardes: si hubiera dependido de él,
ahora estaría muerta.
Notando las intenciones del hermano
mayor, el hombre misterioso golpea juguetonamente su cabeza y dice:
—No seas maleducado, muchacho. Ella
es nuestra invitada.
Ese gesto paternal no pasó
desapercibido para Juliana. Tenía una pista en frente de ella y para
comprobarla, pregunta:
—¿Ellos son sus hijos?
—Así es. Daría lo que fuera por
ellos, incluso traicionar al mismísimo Emperador. —confirma el hombre
misterioso, tras abrazar cariñosamente a André y Sebastião.
Desde hace muchos años, Juliana
había escuchado de boca de Axtreion y otros miembros de su familia, de la
existencia de un nephila que le había dado la espalda al Emperador. Nunca
pensó que algún día, vería aquel dios caído en desgracia cara a cara, cuyo
nombre se hizo infame en toda la familia imperial:
—Usted es Protogion de Eta Efevretis.
—¡Acertaste, sobrina! —expresa con
alegría el nephila.
Al reparar en su apariencia y
actos, Juliana aun no puede creer en sus palabras, y no duda en hacérselo saber:
—¿Así que es un dios? Usted no luce
como uno.
Pero el nephila rebota el
argumento en su usual sentido del humor:
—Jajaja, ¿en serio crees eso? Me
siento halagado, pero hay una lección que debes aprender: nosotros no somos
dioses. Poderosos si somos, pero estamos muy lejos de reclamar la verdadera
divinidad.
La apariencia de Protogion no
podría estar más alejada de la pompa de sus parientes: Sus 1,90 metros de
altura y ojos púrpura, son lo único que lo asemeja a los imponentes nephilim.
Su contextura delgada, lentes de aumento cuadrados, mirada apacible, pelo de color
castaño, corto peinado hacia un lado y barba sin bigote, le otorgan un aire de
intelectualidad, realzada por su sencilla vestimenta, compuesta solo por una
camisa azul de a cuadros, pantalón y zapatos negros, más propia de un profesor
universitario que de una deidad milenaria.
—¿Tiene alguna prueba de que eso
sea cierto? —exige Juliana. Aún no está del todo convencida de que sus dioses
sean falsos, pero una parte de ella ansía creer en ella.
Protogion da unas indicaciones en
portugués a Sebastião, quien se dirige hasta una caja cercana, de la cual saca
un frasco que contiene una cabeza conservada en formaldehido. La sorpresa de
Juliana se hace mayúscula mientras su identidad le es revelada:
—Este tipo —explica Sebastião—, era
Saichael de Épsilon Mágos, un nephila que fue enviado a matar a mi madre. Pero
mi papá se enteró y lo asesinó antes de que cumpliera su objetivo. Para evitar
que lo revivieran, ellos tiraron su cuerpo al Volcán Galeras, y a sugerencia de
mamá, conservamos su cabeza. Pensó que algún día nos sería útil.
—¿Por qué quería matarla? —el tono
de indignación de Juliana fue tan evidente, que André y su padre sonrieron
sutilmente al unísono. La confianza de ella en los nephilim se está
erosionando.
—Fue enviado por el Emperador para
castigarme por desobedecerlo —revela Protogion—. Te preguntarás cual fue mi
imperdonable crimen: ser padre de estos dos muchachos.
—¿Qué? —Juliana hace una expresión
de sorpresa que no había hecho en muchos años. Su repudio a las acciones del
Emperador se hace más evidente que nunca.
—¿Sorprendida? No me extraña
—explica Protogion mientras ajusta sus lentes y la música de fondo se hace más
intensa—. Has vivido toda tu vida engañada, creyendo que los nephilim éramos
dioses. Muchos de ellos se han creído su propia propaganda, pero yo nunca
estuve de acuerdo con ella. Como prueba, soy el único miembro de mi familia que
no tiene consortes humanas, siendo una vampiresa, la única mujer a la que
declaré mi amor. Esa relación fue repudiada por mis parientes, pero logré
convencer al Emperador de que me diera su bendición, pero con una condición: no
podía tener hijos con ella.
—¿Por qué?
—Según el Emperador, los nephilim somos dioses y no debemos mezclarnos con monstruos como los vampiros, que
además tuvieron la osadía de retarnos creando la Unión Soviética. Un argumento
que, si me preguntas a mí, es racista, retrógrado y estúpido. De cualquier
forma, esa relación me distanció para siempre de ellos y solo me toleraban por mis
talentos como inventor.
—Así que usted tuvo hijos, eso
molestó al Emperador, que mandó a ese nephila a matar a su esposa, usted lo
mata… ¿fue por eso se rebeló contra el Imperio de la Atlántida? —pregunta
Juliana tras resumir la historia de Protogion, ya que cree que sus acciones son
exageradamente impulsivas.
—Intentar matar a mi esposa fue la
gota que rebasó la copa. Yo quise sublevarme contra el Emperador desde hace
siglos, pero fui testigo de cómo sus enemigos caían uno tras otro, desde la
antigüedad hasta el presente. Cuando acabó la Guerra Fría y vencimos a los
vampiros, el Emperador anunció la Operación Nuevo Mundo. Mientras mis
parientes aplaudieron su plan, a mí me dieron ganas de vomitar. ¡No podía
permitir que un plan tan abominable viera la luz del día! —expone
apasionadamente Protogion, demostrando una convicción a sus ideas nunca vista
por Juliana en un nephila.
—¿Y qué hizo después?
—Hice contactos con los enemigos
que aún le quedaban al imperio. Me sorprendió lo motivados que estaban, pese a
que sus sueños de destruir a la Atlántida con una revolución comunista habían
muerto. Pero lo que realmente me impactó, fue que ellos tenían un plan, aun más
increíble, para hacer añicos su poder sobre la Tierra.
La revelación dejó muda a Juliana:
la sola noción de que existe un plan para destruir al Imperio de la Atlántida
es totalmente inconcebible para el Emperador y su corte, ciegos ante lo que se
les viene encima.
Tras un corto silencio y motivada
por la curiosidad, la nicaragüense se anima a preguntar:
—¿Y en qué consiste este…plan?
—¿Acaso crees que somos tan
estúpidos como para revelarte nuestros planes así no más? ¡No confiamos en ti,
pedazo de chatarra! —exclama Sebastião, mientras la señala acusatoriamente.
—Lo que mi hermano trata de decir,
es que hasta donde nosotros nos concierne, eres nuestra enemiga, y mientras no
nos muestres voluntad de cambiar de bando, no podemos decirte nada. —explica
André, conciliando el punto de vista de su hermano mayor, sin ofender a su
prima.
Para este punto y con todas las
revelaciones que ha recibido del trío, Juliana ha decidido que ya ha tenido
suficiente de las manipulaciones de su familia. Era la hora de su venganza por
haberla convertido en lo que ella nunca quiso ser:
—¿Qué debo hacer para que confíen
en mí?
Protogion y André cruzan miradas
perversamente, mientras Sebastião solo se cruza de brazos y mira a otro lado.
Ya la tienen donde querían, pero eso significa que el hermano mayor no tendrá
oportunidad de matarla.
—Irás donde Axtreion y le dirás que
mataste a Sebastião. Mi hermano no es listo, pero si es muy desconfiado, así
que te pedirá evidencia de tu logro.
—¿Y cómo haré para que crea en mí?
Protogion pide a su hijo mayor que
le pase la cabeza de Saichael, la cual, tras un breve conjuro pronunciado en
una lengua desconocida, gradualmente cambia de forma, hasta tomar la forma de
Sebastião.
—¿Cómo hizo eso?
—Un espejismo mágico. Puedo crear
ilusiones poderosas que engañan incluso a las máquinas. Y no te preocupes,
siempre que esté vivó, ni siquiera el Emperador podrá descubrir el engaño.
—Muy bien, llevo esta cabeza a
Axtreion. ¿Qué hago después?
De un chasquido de sus dedos,
Protogion hace parar la música de fondo; con otro chasquido, abre el cilindro
de estasis; el tercer chasquido libera a Juliana y con una seña, la incita a
acercarse a él. Ella obedece y mientras camina hacia el trio, Sebastião se
mantiene alerta, pero su padre silenciosamente le indica que no la ataque.
Estando muy cerca, la autómata se pone de rodillas ante el nephila que,
conmovido por el gesto, pone su mano derecha en la cabeza de ella y dice:
—No te inclines ante mí ni ante
nadie. Se una estrella que brille con luz propia y, aduéñate de tu destino,
sobrina.
Esas palabras tocaron profundamente
el alma de Juliana. Por primera vez en su vida, alguien le incitaba a seguir su
consciencia, no obedecer reglas que nunca quiso cumplir. Jamás pensó que el
traidor que su familia desprecia sería esa persona, aquel que le diría las
palabras que siempre quiso escuchar.
Ella se levanta y trata de sonreír,
pero su «sonrisa», una mueca siniestra más propia de un asesino en serie, que
de una chica que redescubrió el significado de la felicidad, espanta a André,
pero no a Protogion, quien corresponde el gesto con una sonrisa más amena y
entregándole la cabeza de Saichael, explica:
—Espiarás a los atlantes y nos entregarás
todo sobre sus planes. Y cuando llegue el momento, te sacaremos de ahí y te
daremos una crianza de verdad, en una familia de verdad. ¿Qué dices?
Juliana toma la cabeza, adopta una
expresión seria y replica:
—Si eso significa devolverles todo
el daño que me hicieron, me parece excelente.
_________________________________________
10 de marzo del año 2046.
Cuando no se distrae organizando
combates a muerte en su circo privado o dando indicaciones a la Casa Velásquez,
Axtreion se dedica la mayor parte del tiempo a satisfacer sus placeres en su
mansión. Uno de sus favoritos, es bañarse en una enorme piscina de cien metros
de diámetro, en la que varias mujeres hermosas frotan su cuerpo sensualmente.
Para agregar a su gusto por el lujo, la piscina está ubicada en una habitación
hecha enteramente de mármol y decorada con diseños en lapislázuli.
Mientras se encuentre allí, el
nephila detesta recibir visitas, a menos que sean muy importantes. Como en esa
ocasión, en la que se hallaba a su lado un importante político mexicano
—también rodeado de mujeres hermosas—, a quien quería convencer de permitirle a
la Casa Velásquez expandir su área de influencia más allá de Centroamérica.
Pese a estos gestos, las negociaciones no iban por buen camino…
—Antes que nada, debo agradecerle
por los gestos que ha tenido para conmigo. Ciertamente, usted si sabe cómo
atender a sus invitados, pero, usted entenderá Lord Axtreion. No puedo
permitirle extender sus dominios a México, sin la aprobación de Lord Harkotian.
—explica someramente Gilberto del Rosal, intentando no hacer enfadar al
nephila.
—¿Por qué mi hermano envió un
mandadero en vez de decirme eso personalmente? —interpela Axtreion tras
desahogar su enojo con una de las chicas, a quien agarra del cuello para
destrozarlo con una sola mano.
El ocupar el puesto de senador
durante más de veinte años, le han permitido a Gilberto del Rosal tener una
enorme red de contactos e influencias en México y más allá, entre esos al
nephila gobernante en Estados Unidos: Harkotian de Pi Idiofiyía, quien, buscando
aprovechar sus dotes de negociador, lo ha puesto como su emisario a la hora de
discutir sus intereses en su país, ante otros miembros de la familia imperial.
—Entiendo que esté enfadado, Lord
Axtreion, pero esas son sus órdenes. No puede extender sus negocios a los
dominios de Lord Harkotian… A menos que usted nos entregue algo a cambio.
—explica el senador Del Rosal mientras observa al nephila con malicia.
El ser emisario de un miembro de la
corte imperial atlante, le han permitido a Gilberto tener una imagen muy clara
de cómo piensan: su inmortalidad y poder absoluto sobre sus regiones, ha hecho
que muchos de ellos se entreguen a sus vicios y se preocupen más por aumentar
sus incalculables fortunas, que por detener las posibles amenazas que se ciernen
para su imperio. Esto le permite manipularlos para obtener activos valiosos
para su jefe, quien tiene una mentalidad muy diferente de la de sus decadentes
hermanos.
Desesperado por obtener el sí,
Axtreion cede a la manipulación del humano y pregunta:
—¿Y qué podría ser eso?
Inesperadamente, Juliana irrumpe en
la reunión, flotando a pocos centímetros sobre el agua, para total disgusto de
su amo nephila, cuyo enojo termina espantando a todas las chicas a su
alrededor.
—¡¿Qué haces aquí?! Sabes que odio
que me molesten. Además ¿Por qué te dejaron entrar?
Juliana no se sorprende de no
recibir ningún gesto de aprecio de su ancestro, tras dos años desaparecida. El
afecto es algo que nunca recibió de la Casa Velásquez. Ir al grano resulta
mucho más efectivo.
Ella muestra a Axtreion y a
Gilberto el frasco de formaldehido y declama:
—Prometí no regresar ante usted
hasta que tuviera la cabeza de Sebastião Heigui. Y así hice.
Tanto el nephila como el humano
sonríen efusivamente. El hijo mayor de Protogion siempre fue tratado como un
prodigio con un potencial peligroso. Su poderosa combinación de genes, sumados
a su talento natural para la magia, lo hacían un enemigo con un potencial
prácticamente infinito. Un talento que habría podido convertirse en pocos años,
en una amenaza para los miembros más antiguos de la corte atlante.
Pero ahora, esa amenaza se ha
esfumado. Su proeza no pasa desapercibida para el político, que de inmediato
exige conocer la identidad de la chica.
—Su nombre es Juliana Velásquez de
Iota y tiene dieciséis años. Es una de mis descendientes más jóvenes y leales,
así como uno de los mayores orgullos de la Casa Velásquez. Ella es, en mí no
muy humilde opinión, mi mejor creación. —expone Axtreion, vanagloriándose del
trabajo que hizo en su descendiente.
El político mexicano repara
exhaustivamente a la chica, imaginándose en cómo podría exprimir su potencial.
Si Axtreion quiere extender sus intereses a México, entregar a Juliana como
pago a Harkotian, será un precio justo que su jefa aceptará con gusto:
—Tengo una pregunta, Lord Axtreion.
¿Puedo pedir la mano de su descendiente?
Gilberto del Rosal es un hombre de
sesenta años, de pelo plagado de canas, barriga prominente y una mirada de
perversión y lujuria hacia la adolescente, que resultan repulsivos para
Juliana. Afortunadamente para ella, puede esconder sus emociones perfectamente
y guardar su rechazo para sí misma.
—Si así lo quiere, no tengo
problema alguno. Puedo hacer otra igual. —Axtreion responde casi de inmediato.
La nicaragüense es un talento valioso, pero reemplazable.
—¿Y qué garantías tengo de que hará
lo que le diga? —pregunta Gilberto, mientras se muerde los labios, apenas capaz
de contener su lujuria.
—No se preocupe señor —responde
Juliana, jugando con los deseos del humano—. Estoy hecha para obedecer a mi
amo, sin importar quién sea.
—Jajaja, excelente. A Lord Harkotian
le encantará saber que la señorita Velásquez pasará a nuestras filas —el
senador Del Rosal ordena a Juliana ponerse a su lado y ella obedece sin dudar—.
Lord Axtreion, ha sido un placer hacer negocios con usted —él estrecha la mano
del encantado nephila—. Desde hoy, la Casa Velásquez tiene vía libre para
hacer negocios en México.
Si bien el asesinar a los enemigos
de Axtreion por Centroamérica tiene sus ventajas, el estar cerca de uno de los
colaboradores más cercanos de Harkotian de Pi Idiofiyía —quien controla Estados
Unidos desde las sombras—, le permitirá a Juliana cumplir más fácilmente con la
misión de encontrar hechiceros naturales para los Heigui. Por ello, no lo pensó
dos veces cuando Gilberto del Rosal pidió su mano. Él, sin saberlo, ha enviado
una loba entre las ovejas de su rebaño.
_________________________________________
«La extinción se acerca…»
Octubre del año 2048.
Luego de haber sido cedida a
Gilberto del Rosal, Juliana pasó a ser su juguete predilecto, cumpliendo las
funciones de guardaespaldas, sirvienta y objeto sexual, obedeciendo fielmente
todas sus órdenes sin cuestionarlas ni una sola vez. Al haber pasado dos años
bajo su servicio, al senador mexicano se le ocurrió la idea de casarse con la
nicaragüense.
Todo iba perfecto, hasta que ella,
hastiada de sus caprichos, decidió matarlo, junto a todos los invitados,
quedando como la perpetradora de una masacre, ahora contemplada por André,
Dalila y Lucia.
—Interesante historia… ¿Xitlali
J30? ¿De dónde sacaste ese nombre? —pregunta André, mientras intenta
acostumbrarse a la nueva identidad de su prima.
La autómata repentinamente abandona
su usual faceta sin emociones y, para intentar expresar su felicidad, hace —con
mucho esfuerzo— una tierna sonrisa y, con su acento natural, responde:
—En náhuatl, Xitlali significa «estrella».
El J30 es porque nací en Julio del 2030. Cuando elegí ese nombre, recordé las
palabras de mi tío Protogion: «Sé una estrella que brille con luz propia y
aduéñate de tu destino». «Juliana Velásquez de Iota» simbolizaba las ataduras
de mi familia sobre mí, las cuales finalmente, he cortado. Pero, no hubiera
podido lograrlo si vos no me hubieras salvado en Honduras. Nunca pensé decirle
esto a alguien, pero…gracias.
Las palabras de su prima conmueven
a André desde el fondo de su consciencia y lo incitan a darle un afectuoso
abrazo, que la asombró enormemente, pero el cual correspondió con rapidez. Su
decisión de salvar su vida resultó ser acertada y, sentó las bases para no solo
traer al alero de los Heigui a un talento muy valioso, sino que, con ayuda
de su padre, la salvó del terrible destino de ser una marioneta, danzando al
son de los caprichos de los infames nephila.
Pero mientras los primos expresan su
afecto, Dalila y Lucia comentan disimuladamente el súbito cambio en los gestos
de la autómata y concluyen que, detrás de esa máquina sin emociones, se esconde
una persona con un humor muy negro. El tipo de amiga que se divierte matando de
miedo a sus amistades con bromas de mal gusto. Si van a aceptarla en su grupo,
tendrán que enseñarle que no tolerarán otra broma como esa.
Tras un tiempo prudencial, Lucia,
motivada más por la curiosidad, que, porque tenga algún tipo de empatía por las
víctimas de la nicaragüense, le pregunta:
—¿Cortar vínculos con tu familia?
¿Por eso los mataste?
—Por eso, y porque los invitados de
la boda eran los miembros más importantes de la Casa Velásquez. Sin ellos, el
poder de mi ancestro se debilitará y Centroamérica quedará vulnerable a los
enemigos de la Atlántida. Tardarán años para que él pueda ocupar el espacio que
ellos han dejado. —explica Xitlali, demostrando lo mejor que puede, la alegría
que le causó deshacerse de aquellos que le arrebataron la humanidad que ahora
añora, pero que nunca recuperará.
—¿Y por qué Axtreion no estaban
en esta boda?
Esa pregunta generó pánico en
Xitlali, pero como no puede expresarlo, simplemente revierte a sus gestos de
máquina y responde:
—Primo, vos ya lo conocés. Según sus propias palabras «tenía asuntos más importantes que
atender»: Axtreion ahora está en Managua, dirigiendo la invasión a las islas de
San Andrés. Pero él no es el nephila del que debemos preocuparnos.
—¿A qué te referís? —pregunta
Lucia con timidez. Ella percibe que algo anda mal en la nicaragüense.
—Durante mi tiempo como esclava del
senador Del Rosal, tuve la oportunidad de escuchar todas las conversaciones que
él tuvo con Harkotian de Pi Idiofiyía, incluidas las referentes a los hechiceros
naturales que estaban en sus dominios. Como creían que solo era un robot sin
mente, nunca sospecharon de mí. Eso me permitió grabar sus conversaciones y
reenviarlas a la inteligencia brasileña.
Analizando el relato de Xitlali,
Dalila infiere:
—¿Así que fue usted quien nos dio
la información sobre Lucia y Taylor?
—Si, yo lo hice. Ahora, lo
importante es, que sé qué está haciendo Taylor Steel en México: está huyendo de
un nephila. Desconozco el porqué, pero está tan desesperado por encontrarla,
que está dispuesto a venir él mismo por ella.
—¿De cuál? —pregunta André.
Xitlali se ajusta los lentes y,
tras un corto silencio, responde:
—Harkotian de Pi Idiofyía. Si nos topamos con él, nuestras posibilidades de victoria
serán cercanas a cero.
Escuchar el nombre «Harkotian»,
hizo que André y Dalila se les helara la sangre; Lucia, que desconoce la razón
de su reacción, supone de inmediato que ese nephila es particularmente
peligroso.
Sintiendo la urgencia de la
situación, el brasileño indica:
—¡Entonces no perdamos más tiempo!
Vamos a Monterrey y…
Xitlali hace una seña de alto,
interrumpe a André y explica:
—Ella ya no está ahí.
—¿Entonces dónde está?
—En Ciudad de México.
—¡¿Qué hace allá?! ¡Ese lugar es
una zona de guerra!
La sorpresa de André es debido a
todas las noticias que llegan desde la capital: el gobierno mexicano tambalea,
se muestra cada vez más abrumado por las protestas que asolan al país y, los
rumores de un golpe de estado se escuchan con mucha fuerza. ¿Qué motivaría a
una hechicera a llegar allí?
—Como dije —recalca Xitlali—, está
ocultándose de Harkotian. Ella pretende desaparecer en medio del caos, pero no
importa cuánto lo intente, nunca podrá esconderse del Imperio de la Atlántida
por si sola…
La nicaragüense apunta con su brazo
derecho hacia arriba sin mirar, carga un rayo de plasma y destruye una porción
del techo del templo. Al levitar, destruye los restos de su vestido de novia
con una descarga mágica, dejando al descubierto su ropa interior azul y, los
implantes cibernéticos de sus brazos y piernas. Hecho esto, indica:
—Si queremos evitar tener un lilim
más que matar, sugiero que me sigan. Tengo una idea de donde puede estar.
Mientras contempla disimuladamente
la esbelta figura de su prima, André va elevándose; Dalila, gustosa de ver con
sus propios ojos el estado caótico de la capital, los sigue; y Lucia, resignada
a ser arrastrada a una situación peligrosa tras otra, murmura:
—Bueno, ya llegué hasta aquí. Que
valga la pena entonces. —para finalmente seguir a sus compañeros, en una
aventura que podría ser la última.
[1] Es una deidad mesoamericana. Era adorado como un dios
de la lluvia y los rayos. Se decía que las lluvias y las tormentas eran la
manifestación de su poder.
Capítulo siguiente: https://gary-d-crowley.blogspot.com/2020/02/7-antojo-de-un-dios.html
Excelente historia, muy buena continuación.
ResponderBorrarMuchas gracias. Este mes lanzo la continuación de este cuento. Permanece atento.
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